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Reportaje:

Un préstamo para honrar 100 años

El Prado se suma a la celebración del centenario del Museo de Bellas Artes con la cesión temporal de 'La marquesa de Santa Cruz', de Goya

El Retrato de la marquesa de Santa Cruz (1805), de Francisco de Goya, puede contemplarse desde ayer en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. El Prado ha cedido la pintura de su colección para unirse a la conmemoración del centenario de la pinacoteca bilbaína con una obra que "resume la mejor tradición" de sus colecciones históricas, comentó el presidente del Patronato del Prado, Plácido Arango, "con influencias de Tiziano, Rubens y Velázquez que Goya sabe interpretar y proyectar hacia la modernidad". El préstamo supone, en palabras de Arango, el reconocimiento de la historia y la realidad actual del Bellas Artes, "reflejo de la prosperidad y el cosmopolitismo" de la capital vizcaína.

La obra perteneció al coleccionista bilbaíno Félix Fernández Valdés

La marquesa de Santa Cruz se mostrará hasta el próximo 25 de enero con los dos retratos pintados por Goya - el de Martín Zapater (1797) y el del poeta Moratín (1824)- que pertenecen a la colección del Bellas Artes. No es la primera vez que el cuadro de Goya se exhibe en Bilbao: entre 1947 y 1983 formó parte de la colección del bilbaíno Félix Fernández Valdés.

La vida del Retrato de la marquesa de Santa Cruz ha sido azarosa. Goya pintó a la joven aristócrata Joaquina Téllez-Girón, famosa por su belleza, cinco años después de sus dos majas. El artista representó a la marquesa tendida en un canapé, vestida a la moda francesa con un vestido de gasa blanca y una corona de ramas de roble, apoyando su brazo en una guitarra con forma de lira. El cuadro, una suma de referencias clásicas con la riqueza de la pintura española, permaneció más de un siglo en la colección de los marqueses de Santa Cruz. Cuando en 1928 formó parte de una exposición dedicada a Goya en el Prado ya se hallaba en manos de otros propietarios.

En la II Guerra Mundial se teje alrededor del cuadro la leyenda -con visos de realidad, según la conservadora del Prado Manuela Mena- de que Franco se la quiso regalar a Hitler porque el adorno de la lira se asemeja a la cruz gamada. Finalmente, fue comprada por Fernández Valdés por 1.600.000 pesetas en 1947.

Sus herederos sacaron la pieza al mercado y sus nuevos propietarios la llevaron clandestinamente fuera de España. Las complicaciones legales hicieron que un museo de Estados Unidos rechazase su compra y el cuadro siguió su periplo hasta llegar a una subasta en Londres en 1986. El Ministerio de Cultura logró parar su venta indemnizando a los dueños con 800 millones de pesetas (4,8 millones de euros). Desde entonces se conserva en el Prado.

Los directores del Museo del Prado, Miguel Zugaza (a la derecha), y del Museo de Bellas Artes, Javier Viar, ayer, ante <i>Retrato de la marquesa de Santa Cruz, </i>de Francisco de Goya, ya instalado en el Bellas Artes.
Los directores del Museo del Prado, Miguel Zugaza (a la derecha), y del Museo de Bellas Artes, Javier Viar, ayer, ante Retrato de la marquesa de Santa Cruz, de Francisco de Goya, ya instalado en el Bellas Artes.LUIS ALBERTO GARCÍA

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