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Reportaje:

El regreso de un mito

Una exposición recoge la llegada de los restos de Blasco Ibáñez hace 75 años

El presidente de la República Niceto Alcalá Zamora, al frente de una delegación de políticos y diplomáticos, recibió el domingo 29 de octubre de 1933 en el puerto de Valencia los restos del escritor valenciano Vicente Blasco Ibáñez, que murió cinco años antes en Menton (Francia) en plena dictadura de Miguel Primo de Rivera. Entre 300.000 y 400.000 personas llegadas de toda España asistieron al regreso del consagrado escritor, periodista y político a su tierra natal. 75 años después, una exposición muestra en las oficinas centrales de Correos de Valencia y en la Estación del Norte cómo vivió la ciudad el último viaje del escritor. Blasco Ibáñez vuelve a Valencia (1933-2008), organizada por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, en colaboración con la Fundación Centro de Estudios Vicente Blasco Ibáñez, Correos y el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif), recoge fotografías de la época, un documental con imágenes del multitudinario evento y hasta ha editado un facsímil de la edición del diario El Pueblo de aquel día.

Más de 300.000 personas recibieron los restos del autor de 'Sangre y arena'

Blasco Ibáñez (1867-1928) compaginó su carrera literaria, que le acarreó fama y prestigio en vida, con una prolífica trayectoria política. Antimonárquico y republicano, combatió la dictadura de Miguel Primo de Rivera desde su exilio francés, pero murió antes de que las urnas volvieran a decidir el destino de los españoles. Por eso, en plena ebullición democrática, la Segunda República y la ciudad de Valencia convirtieron su regreso en un acontecimiento de primer orden. Escoltados por la Armada española y una delegación francesa, sus restos, a bordo del Jaime I, arribaron al puerto para ser sepultado en su tierra.

"Hay veces, pocas veces, en las que toda una ciudad se para", destacó ayer la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, en referencia a aquel día en que el espacio público se llenó "para rendir tributo al genio". En presencia de dos nietos del escritor, destacó del autor de Los cuatro jinetes del apocalipsis y de Sangre y arena que "supo ver que en un país necesitado de casi todo, la primera prioridad, entre tanta precariedad, era extender la razón, era extender la educación a todos los ciudadanos". Tres años después de su regreso, la sinrazón de los golpistas destruyó aquella esperanza.

SANTIAGO CARREGUÍ

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