Toni Hillerman, escritor y periodista estadounidense
Creó una saga de misterio cuyo protagonista es un indio navajo
Toni Hillerman, el escritor estadounidense que acercó el universo de los indios navajos hasta las novelas de detectives, falleció el pasado domingo en Alburquerque (Nuevo México) a los 83 años. Fue víctima de un fallo pulmonar aunque su salud estaba en pleno declive desde hace años, tras dos ataques al corazón y un cáncer de vejiga. Pese a ello, Hillerman, autor de más de 30 libros, se resistió a abandonar las teclas y siguió escribiendo casi hasta el final, según su hija Anne Hillerman, quien recordó cómo su padre, con reumatismo en las manos, problemas en los ojos y cercano a la sordera, declaró hace ya seis años: "Me estoy volviendo viejo pero me gusta demasiado escribir".
Este autor nacido en Sacred Heart, un pequeño pueblo de Oklahoma, aprendió a amar la historia y costumbres de los indios americanos en cierto modo gracias al Ku Klux Klan: la escuela de su pueblo estaba dirigida por un miembro de esa secta racista, así que sus padres decidieron enviarle a la única alternativa que había en el área, el colegio indio St. Mary's Academy. Allí aprendió a respetar una cultura que suele ser absolutamente ajena al estadounidense medio y entendió lo que significa ser un extraño en tu propia tierra.
Sus novelas ofrecen vívidas descripciones del mundo indígena
Hillerman logró el reconocimiento de la comunidad de los aborígenes
Tras alistarse en el ejército durante la II Guerra Mundial y regresar a su país herido grave, decidió ingresar en la Universidad de Oklahoma y hacerse periodista. Su carrera comenzó en la sección de sucesos de un pequeño diario tejano, y creció hasta llegar a la dirección del Santa Fe New Mexican.
Pero tras casi 20 años dedicado a esa profesión decidió concentrarse en la enseñanza y, tras conseguir un master en periodismo, se convirtió en profesor en la Universidad de Nuevo México. Al mismo tiempo, ya alcanzados los 40 años, comenzó a dejarse llevar por la pulsión de la escritura y, a finales de los sesenta, tuvo un encuentro revelador con los navajos que le llevó a concebir su primera novela, The blessing way, y a centrarla precisamente en ellos: Hillerman regresaba de unas maniobras obligatorias en el ejército y casualmente se encontró en la carretera con un grupo de navajos ataviados con sus trajes tradicionales que iban a organizar una ceremonia de bienvenida para un soldado como él que regresaba del ejército. Aquella ceremonia se convirtió en la base de aquel libro, que tardó tres años en escribir y donde ya aparecía el jefe de policía navajo Joe Leaphorn, que se convertiría en el protagonista de la mayoría de sus novelas de misterio. En The blessing way, el personaje era secundario pero su primera editora, Joan Kahn, le invitó a darle más fuerza y hacerle crecer, algo que hizo en libros sucesivos.
En 1978 introduciría al personaje de Jim Chee, un joven oficial navajo que además estudiaba para convertirse en chamán. No fue hasta 1987 cuando decidió juntar a ambos personajes en el libro Skinwalkers, del que vendió casi medio millón de copias, catapultándole hacia el universo del best seller. Aquel libro ofrecía un amplio y diverso retrato de dos mundos reales y opuestos dentro de la cultura de los navajos. Los detectives tienen que resolver tres crímenes en una reserva india y las únicas pistas están relacionadas con creencias mágicas de la cultura navaja. Leaphorn no cree en supersticiones, mientras que Chee sí considera que hay cosas que la ciencia no puede explicar. La unión de sus diferentes visiones del mundo servirá para resolver los crímenes.
Con un estilo directo, tramas complicadas y vívidas descripciones del mundo de los indios y de su paisaje -el del espectacular suroeste norteamericano-, Hillerman consiguió hacerse un hueco en el mundo literario de su país y también ser reconocido por la comunidad india, en general ausente del panorama literario de Estados Unidos. "Quiero que los americanos dejen de pensar en los navajos como en personas primitivas y entiendan que son seres complicados y sofisticados", declaró en más de una ocasión. Hubo quien le llegó a acusar de explotar su conocimiento de aquella cultura en su propio beneficio, pero en 1987 el Concejo Tribal Navajo le reconoció con el Dineh Award, con el que se le proclamaba amigo especial de los navajos por haber retratado con fidelidad y honestidad la cultura de esa etnia. Ese premio se unió a los muchos que también le dieron a lo largo de los años organizaciones literarias como la Asociación de Escritores de Novelas de Misterio de Estados Unidos.
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