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Los 'rojos' del Valle de los Caídos, sin noticias de Garzón

Familiares de ocho republicanos sepultados sin su consentimiento en el Valle de los Caídos presentaron ayer en la Audiencia Nacional un escrito en el que piden de nuevo a Baltasar Garzón que autorice la exhumación de los cuerpos, enterrados en el mausoleo que Franco ideó en 1940 para inmortalizar su victoria y honrar a los muertos de su bando. El escrito recuerda al juez la denuncia que presentaron en diciembre de 2007 para que inste la devolución de los cuerpos "robados" por el dictador para alimentar la cripta de la abadía donde se mandó enterrar. En su auto del 16 de octubre, Garzón recogía la denuncia, pero no respondía a la petición.

Celestino Puebla, Emilio Caro, Flora Labajos, Pedro Ángel Sanz, Román González, Víctor Blázquez y Valerico Canales, miembros de la Casa del Pueblo de Pajares de Adaja (Ávila) fueron fusilados el 20 de agosto de 1936 por un grupo de falangistas, enterrados en un pozo en Aldeaseca, un pueblo cercano, y desenterrados 23 años después por un grupo de hombres que, cumpliendo órdenes de la misma autoridad que los mató, los trasladó al Valle de los Caídos un mes antes de la inauguración del monumento.

Fausto Canales, hijo de Valerico, considera, como el resto de familiares, "una aberración" que sus seres queridos yazcan para siempre al lado de Franco. En el escrito de ayer, Canales añadió el nombre de su tío, Fidel. "Hace poco averigüé que a él también se lo llevaron. Murió en el frente y estuvo enterrado en el cementerio de Griñón, en Madrid, hasta que el 30 de diciembre de 1968 depositaron sus restos en el Valle de los Caídos. Mi padre y él murieron por las mismas ideas. Quiero sacarlos a los dos", explicó.

Valerico y sus compañeros de Pajares de Adaja están enterrados en el columbario 198 de la cripta derecha de la capilla del sepulcro, en el piso primero. "En mi única visita al Valle de los Caídos, un benedictino que desde 1958 estaba destinado en la abadía y había sido testigo de la llegada las expediciones con los restos, me señaló el lugar exacto. Las zonas de columbarios están selladas con chapas de mármol y no son accesibles, pero no es difícil adivinar dónde estaban las puertas de entrada. El benedictino dijo que no era partidario de sacar los restos de allí", explica Canales.

Cree que recuperar a los suyos será difícil, pero no por cuestiones técnicas. "Hay quien intenta disuadirnos, diciendo que los restos sirvieron para llenar cavidades de las criptas y ahora forman parte del edificio, pero no lo van a conseguir". Canales, de 74 años, confía en que la única visita que ha hecho al Valle de los Caídos sea la penúltima. "Sólo volveré para llevármelos de vuelta a casa".

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