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Reportaje:VAMOS A... LOS CASTILLOS DE CASTILLA

"¡Ah, si estas paredes hablaran!"

Paseos entre almenas, mazmorras y torres del homenaje para evocar un pasado de princesas y caballeros

El guía que muestra el castillo al pequeño grupo de visitantes suelta la frase mágica con cara de saber más cosas que no cuenta: "¡Ah, si estas paredes hablaran!". Pero el guía no suelta prenda y los turistas no saben si preguntar o encogerse de hombros ante la afirmación y continúan escaleras arriba. Porque en casi todos los castillos hay que subir escaleras, sobre todo si se visita la torre llamada del homenaje, que es siempre la más alta.

Pero el guía se equivoca porque las paredes hablan y mucho, nos cuentan la manera que tenían de construir, qué técnicas utilizaban, qué necesidades básicas tenían cubiertas; en definitiva, de cómo vivían nuestros antepasados (bueno, para ser más exactos, los antepasados de los poderosos en los siglos XIV, XV y XVI, fecha de la mayoría de los castillos que visitamos). Pero también nos dicen que las necesidades defensivas cambiaron, que los castillos fueron abandonados en gran medida en el siglo XIX, cayeron en el olvido, se expoliaron; muchos están en ruinas, otros fueron cedidos al Estado; unos sirvieron para guardar cereales; otros, para albergar escuelas, y algunos han vuelto a resurgir de sus cenizas gracias a planes de rehabilitación.

Guía

Información

» Turismo de la Junta de Castilla y León (www.turismocastillayleon.com; 902 20 20 30).

» Turismo de la provincia de Segovia (www.segoviaturismo.es; 921 46 60 70).

» Turismo de la provincia de Valladolid (983 42 71 00; www.asomateavalladolid.org).

» www.castillosnet.org es una web especializada en fortificaciones de toda España.

Damos una vuelta por seis de estos castillos fortaleza situados en las provincias de Valladolid y Segovia, un viaje que nos traslada a la Edad Media e inicios de la Moderna. Una oportunidad para aprender la historia en el lugar de los hechos.

01Castillo de Coca

(Segovia)

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Escribía Gil de Biedma en Retrato del artista, en 1956, que quería tanto al castillo de Coca que se acostaría con él. Y es que la estampa de este castillo de estilo gótico mudéjar del siglo XV es perfecta. Tiene todos los ingredientes que uno se imagina cuando piensa en un castillo: foso, almenas, cuatro torres, puente, mazmorras, pasadizos... Sólo le falta el dragón. Perteneció a una familia poderosa, los Fonseca, muy vinculada al mundo universitario (Universidad de Salamanca, entre otras), que no escatimó en gastos a la hora de plantearse la construcción del castillo allá por 1473. Era la residencia señorial más lujosa de aquel tiempo y los Fonseca daban fiestas y recepciones a nobles y embajadores. Había que demostrar el poderío al respetable. Los alarifes sevillanos hicieron un perfecto trabajo con el ladrillo, y los dibujos geométricos decoran el interior y el exterior. El patio de armas, que antaño lucía una doble galería de columnas de mármol que fueron vendidas en el siglo XIX por el administrador de la Casa de Alba, propietaria del castillo por aquel entonces, a 40 pesetas cada una, es totalmente nuevo y a su alrededor alberga la Escuela de Capataces Forestales. La torre del homenaje conserva los pisos que eran, a los que se accede por una estrecha escalera de caracol con altos peldaños del siglo XV, y las salas que se visitan, incluida una pequeña capilla, están decoradas con mosaicos y dibujos geométricos. Destaca el cuarto que llaman de juegos, en donde si uno se sitúa en el centro y cierra los ojos, no puede saber de dónde viene el sonido. Los paseos por las torres y almenas son una delicia, siempre y cuando los que lleven niños no los suelten, porque la seguridad para ellos es inexistente en lo alto. "El castillo de Coca es sin duda el más espectacular de la zona y llama la atención entre todos, las cosas como son", asevera el orgulloso guía de esta extraordinaria joya mudejar.» Información: www.castillodecoca.com y 617 57 35 54.

02 Castillo de Íscar

(Valladolid)

La fortaleza de los condes de Miranda se alza sobre una loma, a los pies de la villa de Íscar, en el horizonte de un mar de pinares. Ahora se respira paz y tranquilidad, pero está claro que su situación era estratégica. El enemigo no era invisible. Se veía llegar. Por si fuera poco, los castillos vecinos de Coca, Cuéllar y Portillo, que se vislumbran en el horizonte, advertían a través de señales de humo en caso de peligro. Los condes de Miranda tenían casona en el pueblo, pero utilizaban el castillo, además de para protegerse y defenderse, como residencia de caza. Comenzaron a construirlo en el siglo XIV y no acabaron, entre reformas y mejoras, hasta el siglo XVI, y los arqueólogos han encontrado vestigios de un pequeño palacio a la vera del castillo. Lo cierto es que la torre no es muy confortable, pero la habitación de los señores contaba con un aljibe que les proporcionaba agua corriente cada vez que tuvieran que protegerse en caso de ataque. Hoy se encuentra totalmente restaurado y la visita se centra en la torre del homenaje, que luce los escudos de la familia propietaria. Más sencillo que el de Coca, merece una parada para contemplar sus vistas y poder exclamar aquello de ¡Ancha es Castilla!

» Información: www.villadeiscar.es y 983 61 27 03 y 606 68 82 73.

03 Castillo de Cuéllar

(Segovia)

Enrique IV se lo usurpó a su hermanastra Isabel y se lo cedió a su favorito Beltrán de la Cueva, primer duque de Alburquerque, que comenzó a construir un nuevo castillo palacio de estilo gótico con galería renacentista en el que no faltaba de nada y que era conocido por sus ricos tapices, pinturas y vajillas. El castillo fue saqueado durante la Guerra de la Independencia. Sus suntuosas salas sirvieron de cuartel general a lord Wellington, cobijaron a José Espronceda durante su destierro en 1833 (quien a buen seguro se inspiró para escribir Sancho Saldaña o el castellano de Cuéllar), y durante la dictadura fue prisión política, cárcel común y sanatorio para enfermos tuberculosos. En la actualidad alberga un instituto de secundaria.

» Información: www.aytocuellar.es y 921 14 22 03.

04 Castillo de la Mota

(Medina del Campo)

Entramos en una auténtica fortaleza. Inexpugnable. Sin un ángulo muerto. Sólo fue herida, que no derribada, en dos ocasiones. En la visita al castillo de la Mota se habla de estrategia, de armas, de tubos artilleros, se ven los bolaños (bombas de piedras) listos para ser lanzados sobre el enemigo, se aprende de guerra, de historia, y el visitante se estremece recorriendo sus galerías (hay tres niveles) subterráneas, donde se encuentra la mazmorra a la que se arrojaba a los prisioneros de guerra, de donde muchas veces nunca más salían. No era de extrañar que a estos agujeros se les denominara también pudrideros. La torre del homenaje, de casi 40 metros, es la más alta de Castilla, pero no está abierta al público. Una pena. El castillo también fue prisión, y entre sus huéspedes ilustres destacan César Borgia y Hernando Pizarro, que, por cierto, contrajo matrimonio durante sus 26 años de cautiverio. Ellos no morían en la mazmorra. Eran presos vip. Desde 1942 hasta 1976, el castillo se convirtió en sede de la franquista Sección Femenina, como recuerdan las miles de mujeres que hicieron allí el servicio social.

» Información: www.turismomedina.net 983 81 13 57.

05 Castillo de los Comuneros

(Torrelobatón)

Dentro de sus históricas paredes se ha instalado el centro de interpretación del movimiento comunero. Y es que Torrelobatón fue una de las victorias de los comuneros, cuando sucumbió al asedio de Juan Padilla -cabecilla junto a Bravo y Maldonado de la revuelta contra Carlos I-, que logró hacerse con la fortaleza. Es una construcción del siglo XV que perteneció a la familia de los Enríquez, el que fuera almirante de Castilla. Una visita muy didáctica en la que no faltan los 143 peldaños de una estrecha escalera de caracol que sube por dentro de la torre. La meta: otra vista espectacular. Uno puede imaginarse cómo salió Juan Padilla con sus huestes camino de Toro en 1521.

» Información: www.fundacionvillalar.es y 665 83 47 53.

06 Castillo de Peñafiel

(Valladolid)

Con forma de barco, el castillo de Peñafiel se divisa a kilómetros de distancia. Se alza orgulloso en lo alto de una loma. Su azarosa historia es un novelón. Algunos datos: su origen data del siglo X, Almanzor se apoderó de él, lo reconquistó Sancho García, pero los problemas matrimoniales entre Urraca de Castilla y Alfonso I el Batallador produjeron varios sitios, primero las tropas de ella, luego las del suegro. Un lío. Llegó a manos de Alfonso X el Sabio y de ahí a su sobrino Juan Manuel, que reedificó el edificio. Después pasó de mano en mano hasta que llegó demolido a Pedro Téllez Girón. En la actualidad, además de visitarse la torre del homenaje, se puede uno perder en el Museo del Vino de Valladolid encajado entre los muros. Un final perfecto para una buena novela.

» Información: www.museodelvinodevalladolid.es y 983 88 11 99.

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