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Columna
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Coincidencias

Circula por Internet un artículo sobre el misterio de las coincidencias. Su autor las clasifica en dos tipos. Las triviales, que considera fruto del azar. Y las significativas, en las que se podría pensar que existe algún sentido oculto tras ellas. No he invertido tiempo en confirmarlas, pero por qué iban a ser falsas. No está la vida llena de coincidencias. En este artículo se cuenta que en 1837, Edgar Allan Poe público Las aventuras de Arthur Gordon Pym. Se trata de un escalofriante relato sobre los cuatro supervivientes de un naufragio que, tras permanecer varios días a la deriva, asesinan y devoran al más joven, un grumete llamado Richard Parker. 47 años después, una embarcación llamada Mignonette se hundió en Cabo Verde, salvándose tan sólo cuatro tripulantes. Los supervivientes decidieron comerse al más joven. Casualmente se llamaba Richard Parker.

La revista americana Life, en 1950, publicó una de las más celebres coincidencias que se conoce. La historia de los componentes del coro del pueblo de Beatrice, en el estado norteamericano de Nebraska. El 1 de marzo se citaron para ensayar a las siete y 20 minutos de la tarde. Sin que pasara nada extraordinario en el pueblo, todos llegaron tarde al encuentro. A uno se le rompió el coche, otro terminaba los deberes del colegio, otro se quedó dormido y así se sucedieron los retrasos de todos y cada uno de los 15 miembros del coro. A las siete y 25 minutos de la tarde no había llegado ninguno. La caldera de la iglesia explotó y se derrumbó entera. Un matemático calculó que la probabilidad de que esta cadena de acontecimientos se debiese al azar era de una contra un millón.

El otro día, este periódico era un reguero de coincidencias. No estoy seguro si eran triviales, o sea fruto del azar. O eran significativas, o sea había un sentido oculto tras ellas. La alcaldesa de Marbella, Ángeles Muñoz, anunciaba que quiere legalizar todas las casas irregulares de la ciudad, incluidas aquellas sobre las que pesan órdenes de demolición dictadas por la Justicia. Y su decisión trascendía el mismo día que Julián Muñoz, uno de los responsables de las tropelías urbanísticas en esta ciudad, con seis condenas de prisión firme y un centenar de juicios pendientes por conceder licencias de obras ilegales, salía de prisión para disfrutar del tercer grado.

Ese mismo día, Joaquín González, fiscal, ex jefe de la Unidad del Consejo Judicial de la Oficina Europea de Lucha Antifraude y autor de un libro que se llama Corrupción y justicia democrática escribía en las páginas de opinión de este periódico un artículo que nada tenía que ver con el urbanismo, pero que casualmente se llamaba "¿Dónde estaba la mano invisible?"

Y eso mismo era lo que yo me estaba preguntando sobre lo ocurrido en Marbella. Mientras tanto, en las cartas al director del diario se escurría una de título no menos oportuno, su autor pedía "Un atisbo de cordura". Unas páginas adelante, en la sección de Economía, se reproducía el discurso de Emilio Botín en la Conferencia de Banca Internacional del Santander. No hablaba de urbanismo, ni de Marbella, pero el titular era éste: "Son errores que no se pueden repetir".

También aparece en ese artículo de Internet que en 1911, tres hombres apellidados Green, Berry y Hill fueron ahorcados en Londres acusados de asesinar a Sir Edmond Godfrey en su residencia de Greenberry Hill. Y vuelvo al periódico y leo la contraportada con Nadia Comanecí y el titular: "Si te piden 10, da 12".

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Y entonces me encuentro con una última coincidencia. El Plan General que hizo la Junta para regularizar la situación en Marbella legalizaba casi todo. Daba 10. Y el PGOU que quiere el gobierno local ahora lo legalizaría todo. Pide 12. Julián Muñoz recibió su primer permiso penitenciario en abril, era el día 12. Meras coincidencias.

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