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Reportaje:Gran Premio de China

"Creo que lo lograré"

Hamilton y McLaren coinciden en que llegan a la última carrera en mejores condiciones que la temporada pasada

La última carrera en Brasil, el 2 de noviembre, decidirá el título de pilotos y el de constructores. Mientras que en el de pilotos, la ventaja de Lewis Hamilton es de siete puntos sobre Felipe Massa, en el de constructores, Ferrari tiene muchas posibilidades de convertirse en campeón, ya que saca 11 puntos a McLaren de los 20 que estarán en juego.

"En São Paulo puede ocurrir absolutamente todo", comentó ayer Fernando Alonso, ilusionado porque con su cuarto puesto certificó que su R28 está ya rozando las prestaciones de los Ferrari y supera claramente a los BMW. "Hemos visto carreras en las que las cosas han cambiado en un minuto. Vimos cómo Massa rompía el motor en Hungría en la última vuelta cuando era líder y le vimos perder también en Singapur el liderato porque la entrada del coche de seguridad situó en el primer puesto al 15º bólido, que acabó ganando. Hasta que aparezca la bandera a cuadros en Brasil nadie puede pensar que ya tiene el título", insistió; "pero siete puntos me parecen demasiados. En condiciones normales, el título está encarrilado".

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Lo estaría más todavía si Kimi Raikkonen no hubiera cedido ayer el paso a Massa a falta de siete vueltas para la conclusión. Massa era entonces tercero y su coche no estaba para florituras, pero el finlandés le esperó. No fue descarado, pero todo el mundo tuvo conciencia de lo que ocurría. Sin embargo, los comisarios de pista pasaron ayer de todo. La evidencia de las órdenes de equipo, tan perseguidas en otros tiempos, no tuvieron esta vez consecuencias. Nadie quería problemas. Se está dirimiendo el título y todos se lavan las manos. Incluso los miembros de McLaren parecieron comprenderlo. "Forman parte del mismo equipo", reconoció Hamilton; "probablemente, en una situación similar, Heikki y yo habríamos hecho lo mismo".

El problema para McLaren no es si la diferencia es de siete puntos o de nueve. La cuestión es conseguir que Hamilton sea capaz de mantener su cabeza fría en Brasil tal como lo hizo en Shanghai. "No nos preocupa que Massa acabe primero en su país y que Raikkonen sea segundo, aunque no creo que tengan un coche mejor", afirmó Ron Dennis, patrón de McLaren. "No tenemos que ganar la carrera para que Lewis sea el campeón", insistió; "competiremos duramente y veremos lo que ocurre. Sólo debemos ser disciplinados. Acabando tercero, cuarto o quinto, nos basta. El objetivo es acabar la carrera".

La lección del año pasado, cuando Hamilton dilapidó una ventaja de 17 puntos en las dos últimas carreras, hizo mella en McLaren. La sombra del desastre volvió a planear sobre el equipo a partir del Gran Premio de Bélgica, cuando los nervios traicionaron a Hamilton. En cuatro carreras, el británico sumó 14 puntos de 40 posibles. Y en Japón sus propios errores le condenaron a no puntuar. Massa quedó a sólo cinco.

Para un chico de 23 años, aquello podía resultar excesivo, pero el equipo hizo un buen trabajo psicológico para mentalizar a su piloto de que la competición no acababa hasta Brasil. Y el principal valor de la victoria de ayer fue que Hamilton rompió una dinámica que amenazaba con llevarle a la bancarrota. "Aún no pienso en el título", proclamó el británico; "he dado un paso más. Tengo siete puntos de ventaja, pero eso no garantiza nada. Llegamos a Brasil en mejor situación que el año pasado porque somos más competitivos. Trataré de estar tranquilo y confiaré en el coche. Será duro, pero creo que lo lograré".

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