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El círculo urbanístico se cierra sobre el acantilado de Benitatxell

El proyecto de un puerto deportivo consolidaría frente al mar la mayor barrera de cemento, que ya cubre sus montañas, de La Marina Alta

El majestuoso litoral de los Penyasegats de Benitatxell, formado por cuevas marinas, acantilados cortados a pico y calas de silenciosa belleza como la del Moraig o la del Llebeig, está ya en el ojo de la piqueta. La decisión del Partido Independiente de Benitatxell (Piddeb), que gobierna la población con mayoría absoluta, de apoyar el proyecto de un puerto deportivo impulsado por una empresa privada amenaza esta costa protegida por la Unión Europea por sus endemismos y praderas de posidonia.

El Piddeb bendijo las instalaciones portuarias en el último pleno municipal pese a la indignación de tres de los grupos de la oposición (PP, PSPV y BNV), que denunciaron que la mercantil, denominada Real Club Náutico Pesquero y Deportivo de Benitatxell, SL, y con sede en Teulada, no ha presentado ni siquiera un estudio de impacto medioambiental, limitándose a asegurar que "la actuación será lo menos agresiva posible". Tampoco ha indicado en qué lugar ubicará las futuras instalaciones. "Hasta dentro de un mes no podremos decir nada", indicó a este diario uno de los administradores de la firma, Cristian Soto.

Habilitar un recinto portuario en una costa muy escarpada cuyos escasos accesos viarios se ven entorpecidos no sólo por la naturaleza sino por un gran número de urbanizaciones, se antoja difícil y puede disparar el impacto ambiental del proyecto. La mercantil, en la memoria que ha presentado al Ayuntamiento, admite que éste es un obstáculo serio y subraya la necesidad de realizar una circunvalación y nuevas carreteras que permitan transportar maquinaria pesada. Por su parte, fuentes de la oposición sostienen que la ubicación más probable sería la cala de los Testos, muy cerca de la del Moraig. Para llegar a ella, por cierto, habría que atravesar terrenos de la controvertida urbanización Cumbre del Sol, donde existen más de 5.000 viviendas.

Se trata de un proyecto ambicioso que, según la firma, podrá cubrir la demanda de amarres para embarcaciones recreativas durante los próximos 25 años y prevé la creación de un paseo marítimo. En el objeto social de la empresa que consta en el Registro Mercantil también se alude a la construcción de clubes náuticos, locales hosteleros y centros sociales y comerciales. Así, ofrecería 50 puestos de trabajo directos, además de otros 150 indirectos.

La propuesta irrumpe en plena crisis económica y cuando los ingresos por licencias urbanísticas en el Ayuntamiento se han desplomado y han pasado de los 900.000 euros en 2004 a tan sólo 75.000 en lo que va de 2008. De hecho, un 25% de los terrenos del plan parcial de Cumbre de Sol aún está pendiente de urbanizar. La empresa del puerto se erige como una solución al parón inmobiliario al asegurar que la dársena constituirá una "revalorización de las propiedades de la población derivada de la mejora en la oferta turística y ofrecer amarre de barco en el municipio".

El proyecto está minado de incógnitas. La firma se constituyó como sociedad limitada el mismo día que presentó su plan al Ayuntamiento y uno de sus administradores acudió a la comisión informativa en la que los ediles debatían la propuesta.

Las nuevas instalaciones portuarias cerrarán frente al mar un círculo de hormigón que comenzó a trazarse en la montaña de Benitatxell hace 30 años, en las postrimerías de la dictadura de Franco, cuando la empresa de Benissa VAPF le compró al Ayuntamiento los terrenos del Puig Llorença, un cerro de 445 metros de altura. En 1975, VAPF obtuvo autorización para construir en las lomas entonces vírgenes del monte una urbanización casi sin parangón en el resto de la costa valenciana, la de Cumbre del Sol. Hoy existen allí medio millar de viviendas y 100 kilómetros de viales sobre 3,7 millones de metros cuadrados que constituyen un abigarrado laberinto de chalés, bungalós, apartamentos, piscinas y supermercados. Un auténtico imperio urbanístico.

Con Cumbre de Sol, Benitatxell pasó de pueblo agrícola a emporio turístico-residencial de primer orden y experimentó una explosión demográfica: en 1981 había empadronados 1.525 habitantes; en 2008 ya son más de 5.000, el 63% de ellos extranjeros.

Esta expansión urbanística ha tenido un precio: "Aceleró la degradación del medioambiente en muy corto espacio de tiempo con un irreparable deterioro paisajístico", asevera la profesora de la Universidad de Alicante Cristina Montiel en un estudio sobre el desarrollo turístico de Benitatxell.

El Ayuntamiento, atraído por los ingresos por licencias, ha apoyado sin reparos a Cumbre del Sol. En 1987, cuando, con motivo de la redacción de las normas subsidiarias del municipio, la Generalitat gestionada entonces por el socialista Joan Lerma quiso elaborar un plan de especial protección para el área, se suspendieron las licencias en la zona. El Ayuntamiento y VAPF recurrieron. El conflicto se resolvió en enero de 1988 con un convenio entre VAPF y el Consistorio por el que la mercantil se comprometía a sacrificar los enclaves más espectaculares de la urbanización, como los acantilados y la cumbre del monte, para crear un cinturón verde protegido de 2,8 millones de metros.

Un alcalde imputado

El paraje idílico con el que la naturaleza recompensó a Benitatxell ha provocado sin embargo que en los últimos 30 años el municipio haya sufrido una intensa presión urbanística sazonada de conflictos sociales y escándalos políticos. Pese a su desmesurado crecimiento, la población ha dependido tanto de los ingresos urbanísticos que ya durante el presente mandato el Piddeb tramita un nuevo Plan General que prevé urbanizar otro millón de metros cuadrados y triplicar el censo de la población.

Este PGOU también se ha visto sacudido por la polémica: el 8 de julio de este año, el alcalde, Juan Cardona, y su primera teniente de alcalde, la austriaca Hannelore Rheindorf, fueron detenidos por la Guardia Civil por pedir a un promotor 50.000 euros por mantener urbanizables sus terrenos en ese documento. Los dos están imputados por un presunto delito de cohecho, según una causa abierta en un juzgado de Dénia y en el que están implicados también el administrador de fincas de origen alemán Kai Oliver Wagner y el arquitecto municipal.

Un aluvión de proyectos portuarios

Los proyectos de las empresas privadas para construir puertos deportivos arrecian en la Marina Alta. Además de Benitatxell, sólo durante este año en la comarca se han presentado otras dos propuestas: una para instalar una marina de 600 amarres en la desembocadura del río Girona, en Els Poblets, y otra para ampliar el puerto de Xàbia y dotarlo de un total de 1.000 amarres más. En paralelo, el año pasado se inauguró la ampliación del puerto de Dénia, que ahora tiene capacidad para otros 280 barcos.

Las inmejorables condiciones paisajísticas de la costa de La Marina y el componente residencial de su turismo han propiciado esta presión por parte de las empresas del sector, que insisten en sus proyectos portuarios pese a la oposición de los ecologistas, de algunos Ayuntamientos, como el de Xàbia o el de Dénia cuando era gestionado por PSPV y BNV, y de asociaciones vecinales como la de Els Poblets.

La náutica parece inmune a la crisis, "ya que la demanda de amarres es muy superior a la oferta en toda la provincia de Alicante", explican fuentes empresariales del sector, quienes añaden que "el propietario de un barco no puede renunciar a comprar un amarre ni siquiera con esta coyuntura, ya que no hay ninguna garantía de que tenga uno disponible después".

La falta de oferta ha disparado incluso la reventa de puntos de atraque. "Ha creado un mercado negro basado en la especulación que nos perjudica como empresarios". El precio del amarre en España se ha multiplicado por cuatro en el último lustro. El negocio, según las fuentes, mueve en todo el país cerca de 18.000 millones de euros anuales.

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