Tamaño de salmón
José Manuel Soria, vicepresidente de Canarias, querría ver en los periódicos desmentidos del tamaño de los infundios.
Los hechos le persiguen desde hace tres años; fueron aireados por un periodista, Carlos Sosa, y han llegado a la Fiscalía de la mano del propio Sosa. La Fiscalía estima que el asunto debe estudiarse con cuidado. Lo que Soria espera es que, cuando se desmienta la noticia, los periódicos pongan titulares del mismo tamaño. Todavía no habían salido los titulares y ya él se imaginaba el tamaño.
Aquí ya se ha contado: al parecer, Soria, que era presidente del Cabildo de Gran Canaria, hizo un viaje invitado por un empresario noruego cuyo emporio turístico en la isla encontraba ciertas dificultades para ser ampliado. Después del viaje (una escala musical en Salzburgo y otra más nutritiva en Noruega, donde pescaron salmón), esas dificultades se solventaron, y el complejo turístico y su empresario, que ya ha muerto, respiraron hondo.
Y desde entonces, Sosa no deja respirar a Soria. En medio de su sofoco, éste dijo el otro día lo de los periodistas y los titulares. Y es interesante su propuesta. Lo es, sobre todo, si se aplica también a lo que dicen los propios políticos antes de que la realidad los desmienta. Por no ir (todavía) al caso particular de Soria, recordemos, por ejemplo, lo que le pasó a José María Aznar (cuyo parecido cultivó Soria antes de que él decidiera parecerse a sí mismo) con la guerra de Irak y las razones para participar en ella. Se paseó por las televisiones, por el Parlamento, lo dijo en foros internacionales, e incluso posó en la famosa foto de las Azores: "Hay armas de destrucción masiva, Sadam es el malo de la película, acabemos con él".
Resultó luego que no estaba en lo cierto, que ésa era la guerra equivocada, porque ni Irak hizo el 11-S ni había allí armas de destrucción masiva.
Según la propuesta de Soria, Aznar tendría que hacer la misma gira para tachar su infundio. En su caso, Soria tiene suerte, porque la gente termina perdonándole lo que hace y lo que dice, menos Sosa y algún otro, que, erre que erre, ha seguido adelante con su búsqueda de información. ¿Existió el viaje, existió el favor? Como Soria no le respondió, él ha seguido el recurso judicial, que no es malo, qué va a serlo. Parece como si Soria quisiera que lo diéramos chiquito, como si no hubiera sucedido, o que hubiera sucedido poco. ¿No sucedió? Uf, él sabrá, lo malo es que terminaremos sabiéndolo todos. Gracias a los periodistas, por cierto. Y a los jueces. -
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