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Barcelona ordena La Rambla

Ciutat Vella obliga a los quioscos a retroceder 1,20 metros - La Guardia Urbana acaba con los trileros y acosa a los 'lateros' - El plan es recuperar espacio para el peatón

El Ayuntamiento de Barcelona ha empezado a poner orden en La Rambla. La Guardia Urbana ha desplegado un dispositivo para evitar los conflictos nocturnos en el tramo de Santa Mónica causados por travestidos y lateros al tiempo que ha acabado con los trileros, obsesión de los comerciantes y hoteleros. El distrito se ha fijado recuperar el espacio público para que los barceloneses vuelvan a La Rambla y las primeras medidas son visibles: los quiosqueros han asumido que habían invadido parte del paseo y están reformando sus locales para retrasar 1,20 metros su muestrario. La mayoría de sectores se muestra entusiasmado ante el debate auspiciado por la concejal Itziar González, que durará seis meses, para regenerar el paseo.

Las terrazas sobrepasan muchas veces los límites laterales marcados
Los vecinos piden más iluminación, papeleras y urinarios para discapacitados
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Las estatuas, en el punto de mira

El primer sector que ha reaccionado es el de los quioscos. La Rambla ha cambiado tanto de perfil que, de noche, solo abren seis. Ahora, el 80% de sus ingresos proceden de los souvenirs y sólo el 20% de la prensa, según Juan Jiménez, portavoz del colectivo. "Hemos comido espacio y retrocederemos. No hay problema. Tres de los quioscos ya han hecho las obras y en un mes estarán todos reformados. La Rambla sólo necesita orden".

Si el objetivo es ganar espacio, floristas y pajareros apuntan sin vacilar que las estatuas son las principales culpables de que sea imposible caminar por La Rambla por los círculos de turistas que forman a su alrededor, pasto después de carteristas. La consecuencia es que los barceloneses, incluidos los de Ciutat Vella, la evitan y sólo la cruzan. Mónica Trias, portavoz de los puestos de animales, y Carme Romero, de los floristas, dicen que por primnera vez hablan el mismo idioma que el distrito. Aseguran que sufren pérdidas porque muchos de sus clientes ya no van al paseo. Y los turistas miran, pero no compran. Harta del incivismo de muchos de ellos, Trias ha colgado en la jaula de unas codornices un cartel en inglés que recuerda a los visitantes que las tiendas de La Rambla tienen 150 años y que los barceloneses eran muy felices antes de su llegada. "Sed respetuosos con la ciudad y sus habitantes", acaba el texto. "Muchos turistas me han felicitado por el cartel", explica Trias. "Sólo pedimos educación".

Las terrazas sobrepasan muchas veces el límite lateral marcado. El criterio es que haya cuatro mesas por parasol y las licencias se renuevan cada año. Pero no podrán escapar de la normativa de la ciudad que obliga a mejorar los accesos y será sancionable poner paneles en el exterior con los menús. Otra cosa serán los precios porque una cerveza puede costar nueve euros. "Estoy en contra porque nos da muy mala fama", afirmó Rosa Doria, dueña del Café de la Ópera. Pero añadió: "Es verdad que hay locales que pagan alquileres millonarios y sin eso no vivirían". Los restaurantes están esperando a que se haga una regulación (el último concurso del diseño de las terrazas quedó desierto) para renovar su mobiliario.

La Asociació d'Amics i Veïns de La Rambla está esperanzada con el debate. "De la misma forma que han acabado con los trileros, estoy segura de que acabarán con los lateros", explica Dolors Álvarez, la gerente. El colectivo pide también más iluminación, más papeleras, urinarios para descapacitados y que no se criminalice a las terrazas. Todas estas medidas serán debatidas en la Mesa Interdepartamental, integrada por todas las Administraciones con competencias, para chequear el paseo y darle soluciones. El examen, con debate ciudadano, afectará a todos los establecimientos. Pero de entrada, la seguridad ha mejorado: hay patrullas permanentes en la plaza del Teatre y agentes haciendo la ronda a pie. "Igual que hace dos meses expliqué que era lamentable", dijo Rafa, un camarero agredido por travestidos, "ahora puedo decir que todo está limpio".

Un grupo de turistas formando un semicírculo alrededor de una estatua en La Rambla.
Un grupo de turistas formando un semicírculo alrededor de una estatua en La Rambla.MARCEL·LÍ SÀENZ

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