El policía de Marbella en prisión pegó a un 'mantero'

El policía local de Marbella encarcelado la semana pasada por supuestamente golpear a dos prostitutas y violar a una de ellas, extendía sus ataques de violencia al trabajo. Hace un año, agredió brutalmente a un inmigrante que vendía productos falsificados en el centro de Marbella. Lo empotró contra un coche, lo cogió por el cuello y a pesar de que unas 30 personas le recriminaron su actitud, el agente Jesús Gil, apodado Machota, se permitió rematar su intervención dándole un golpe más al inmigrante africano en la cabeza.
El hecho, publicado el 9 de septiembre de 2007 por EL PAÍS, acabó sin sanción oficial por "falta de pruebas". "No pudo demostrarse que hubo maltrato. Tampoco hubo denuncia por parte de nadie", señalaron fuentes municipales. La agresión fue presenciada por unas 30 personas, entre ellas un redactor de este periódico.
La edil de seguridad, María Francisca Caracuel, anunció que le apartarían de la calle hasta que se aclarase el asunto. El agente Machota pasó medio año haciendo tareas administrativas. La pasada primavera regresó a las calles como motorista de tráfico.
Su carácter no pasaba desapercibido entre sus compañeros. "Era una caja de bombas. Se temía algún día terminaría por sacarle la pistola a alguien y darnos un disgusto", señala un agente. Machota aprobó el examen de ingreso a la Policía Local hace cuatro años, pero suspendió el periodo de formación en la Academia porque "no estaba centrado psíquicamente", señalan fuentes policiales. Aprobó a la segunda en un centro homologado de Coín.
"Como un animal"
Hace dos semanas dos prostitutas le acusaron de golpearlas y aseguraron que se convertía en "un animal" cuando visitaba el prostíbulo en el que trabajaban y no le ofrecían cocaína.
Su denuncia le llevó a prisión junto a otro agente llamado Enrique, acusado de no hacer nada por evitar una de las palizas. A ambos se les imputa tráfico de drogas.
El testimonio de las mujeres precipitó una investigación que llevaba meses abierta y por la que han sido imputados otros cuatro agentes que supuestamente sabían que en el prostíbulo La casita azul se vendían drogas y no lo denunciaron. Los investigadores poseen imágenes de implicados entrando en el local, que también funcionaba como after hours.
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