Morente, la inspiración de una vieja guitarra
El cantaor pone el broche final a la Bienal de Flamenco de Sevilla con un homenaje a Mario Maya
El cantaor Enrique Morente (Granada, 1942) se considera un hombre casero, aunque reconozca que es "un casero que sale mucho" y que, a veces, la casa se le llena de gente, que su hospitalidad es bien conocida y reconocida. En una esquina de esa casa suya, en el Albaicín granadino, Enrique ha reunido a los iconos de una frustración. Porque hay algunos cantaores que se reconocen tocaores frustrados, y él es uno de ellos. Quizás por eso, a lo largo de su carrera, ha aliviado esa carga con antiguas guitarras salidas de manos legendarias: Domingo Esteso, Faustino Conde, Vicente Ferrer... Especialmente la del primero es la que suele escoger cuando se retira a componer, algo que prefiere hacer también en casa. La pasión guitarrera se la trasladó a su hijo Quique, quien ha llegado a grabar en el disco Mujeres de su hermana Estrella. Ahora, el joven ha decidido ser cantaor, algo que su padre respeta con la misma filosofía que aplica a los temas familiares: "A los hijos no se les puede controlar, pero trato de protegerlos para que si cometen los mismos errores que uno ha cometido lo hagan de una forma más leve. Porque evitar que se equivoquen es imposible".
Esta noche Morente clausura la XV edición de la Bienal de Flamenco de Sevilla (Teatro de la Maestranza, 20.30 horas) con un recital titulado Flashback, un término cinematográfico que surgió de manera informal, pero que refleja lo que él denomina su película: "Por una parte, voy hacia atrás, hacia los cantes más clásicos y antiguos y, a la vez, es cierto que he retomado Omega (su obra de vanguardia de 1996). Pero la historia sería un tanto la misma de siempre: mirar fielmente hacia atrás y, con libertad, también hacia delante", Con esta actuación -que quiere ser deliberadamente sobria en recuerdo de su amigo y paisano el bailaor y coreógrafo Mario Maya, recientemente desaparecido-, el cantaor cierra simbólicamente un año en el que ha dominado su parte creativa que mira al futuro. Con Omega ha estado en los principales festivales de rock (Primavera Sound, Benicàssim), y ha publicado el disco Pablo de Málaga, decididamente vanguardista también. Sin embargo, ahora toca mirar hacia atrás. ¿Un cierto movimiento pendular? "Un poco de eso siempre pasa. Cuando se hacen trabajos de atrevimiento, te queda la preocupación de si estás haciendo lo que debes o si, en cambio, te deberías comportar como un buen chico del siglo pasado. Pero el flamenco se mantiene vivo por la incertidumbre que se crea entre el mantenimiento de lo ancestral y lo antiguo junto a la innovación y el atrevimiento. Lo que más me gusta es el contraste del sonido más flamenco con el cante del futuro", concluye.
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