La pastilla
No le faltaba razón al ínclito Rodríguez cuando, tras decirle a la contertulia Iglesias eso de "hoy no te has tomado la pastilla", aseguró que se trataba de una expresión popular. Lo es. Como tantas otras que se escuchan y que en la vida diaria, entre amigos y de copas, resultan faltonas pero cachondas, dan libertad a la lengua, desfogan, sirven para ser malo sin serlo, son hasta beneficiosas para la salud. El problema, como siempre, es elegir el lugar y el momento para soltarlas. Un joven la usa entre colegas, pero no parece admisible que le diga a un profesor "hoy no te has tomado la pastilla". No creo que un trabajador se exponga a soltársela al jefe. Ni tan siquiera entre amigos, si la discusión se enciende, es adecuado tener esa salida de tono. Ya se sabe, se pierden las amistades. Y es probable que incluso ese gran amante del habla popular que es el señor Rodríguez se cuide mucho de entrarle así a uno de los dirigentes de su partido. En general, aun reconociendo que los españoles, a los ojos de cualquiera, tendemos enseguida a ser ofensivos, creo que la mayoría se cuida de que la vehemencia verbal no ponga en peligro su estabilidad sentimental o su puesto de trabajo. A los débiles, ese autocontrol nos tranquiliza porque en los ambientes de mala educación siempre lleva las de ganar el que tiene más capacidad de herir. Lo que no sé es en qué momento los contertulios entendieron que ellos, en su trabajo, estaban liberados de practicar la buena educación y convirtieron lo que antes era una mesa redonda en un bar de copas, cutre, pegajoso, de la peor España. Tampoco "cabrón" (la respuesta de la contertulia herida) es una palabra que la gente suela utilizar profesionalmente. Claro que al resto de los mortales no nos suele ocurrir que tras escupir tal exabrupto un público enardecido nos premie con un encendido aplauso.
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