¿Y si atacaran a gente importante?
Menudo fin de semana deportivo el que acabamos de vivir con la fórmula 1, las motos, el ciclismo, el golf, el atletismo... Ah..., ¡y el fútbol! Lo digo porque, cuando me he puesto delante de mi ordenador para mi semanal reflexión, mi mente se ha dirigido hacia las bengalas y los disturbios del sábado en Montjuïc. Cuando uno ha sido portero, lo que hace que vivas cerca, muy de cerca, a esos bárbaros que se divierten intentando acertar en la cabeza del guardameta de turno, se está muy sensibilizado con esta triste historia.
Siempre me llama la atención que, en estos asuntos, lo principal, una vez han sucedido los hechos, es la velocidad a la que todos nos alejamos de la historia para alegar que no es nuestra parte la que ha contribuido a los hechos. Nadie se siente responsable de nada: ni los clubes, ni los jugadores ni las autoridades. Y en autoridades incluyo a las deportivas, ya que en esta semana el debate se centrará en si hay sanción para el Espanyol (no parece posible) o si algún jugador barcelonista sale damnificado por los hechos (no parece probable).
Nadie se siente responsable de nada: ni los clubes, ni los jugadores ni las autoridades
Y como nadie puede controlar a quién se venden las entradas y como a nadie se puede impedir asistir a un espectáculo una vez ha pagado su entrada y como tampoco se pueden aplicar medidas de control excesivamente estrictas, ya que generarían colas a la entrada y esto no nos gusta, y como los jugadores no sabían quiénes eran los que estaban en la Gradería Alta del Olímpico, pues eso, que sólo nos queda lo de las sanciones deportivas y... a otra cosa, mariposa.
Cuando me solían preguntar por estas cosas en mi época de jugador, respondía que tal vez todo se solucionase el día en el que el portero a quien bombardean sea el hijo de algún personaje importante en esto del fútbol. Vaya, que todo es más grave cuando nos toca en casa y tal vez, sólo tal vez, las respuestas serían diferentes si los que estuvieron en peligro en las gradas de Montjuïc fueran otros, no unos simples seguidores del Espanyol.
El caso es que me niego a dedicar todo el espacio a los alborotadores, por lo que les propongo un rápido repaso en titulares. Alonso vuelve a ganar y, es curioso, cuando se corre por primera vez de noche. Cambio de situación, nuevas sensaciones y el asturiano se sube al podio. Excelente capacidad de adaptación a lo nuevo además de algo de fortuna, pero ésta siempre llama a los que trabajan.
Del ciclismo, el atletismo y el golf no les voy a contar mucho, que lo habido ya está reseñado. Únicamente, recordar el año mágico del ciclismo español y el poder desalentador de una no victoria. Piensen cómo deben de sentirse los demás aficionados del mundo cuando ganan y vuelven a ganar los nuestros.
Por último, agradecer a Valentino Rossi el haberme proporcionado el lema de las camisetas que imprimiremos cuando el Athletic vuelva a obtener un título. Como dice el monstruo de Urbino: Scusate il ritardo (Perdonad el retraso).
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