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OPINIÓN
Columna
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Patologías (II)

Joaquín Estefanía

1. Analogías. Las analogías históricas, a veces son poderosas para intentar una buena explicación de lo que sucede en la actualidad, y en ocasiones son abusivas. Que cada uno interprete las que se han repetido para valorar la gravedad de la crisis financiera estadounidense: "el 11-S económico" (McCain); o se aprueba el plan de rescate, o la catástrofe (Bush); "el equivalente para el capitalismo a la caída del muro de Berlín" (Stiglitz); "un Pearl Harbor económico" (Warren Buffet); "dennos un bazuca, porque lo necesitamos" (Paulson), etcétera.

2. La ciencia. Lo ha comentado alguien y merece la pena reproducirlo: tanta econometría, tantas matemáticas, tantos sesudos avances científicos premiados con los Nobel, tanta torre de marfil, para concluir que la principal causa de la crisis se reduce a la aplicación de uno de los siete pecados capitales: la avaricia. Cada pecado capital tiene una virtud que se le contrapone: contra la codicia, la generosidad de un plan de rescate de centenares de miles de millones de dólares.

Hay tantos engaños que será difícil volver a un sistema de creencias compartidas sin alimentar la sospecha

3. La letra pequeña. No será posible hacer un balance mínimamente contrastado de las medidas públicas de salvación del selecto club financiero privado sin conocer los detalles, los recovecos, los procedimientos que se aplicarán. Por ejemplo, la reducción de los emolumentos de los ejecutivos causantes de la creación y desarrollo de las hipotecas tóxicas, ¿se hará mediante una recomendación, una norma legal, un pacto, el consenso?

Tampoco será factible evaluar con cierta concreción y con horquillas estrechas los efectos sobre la macroeconomía (déficit público, deuda pública, déficit exterior, tipos de interés a largo plazo...) sin esa letra pequeña. Se han producido tantos engaños que será difícil volver a un sistema de creencias compartidas sin alimentar de nuevo las sospechas de la mayoría.

4. Las responsabilidades. Quizá se pueda llegar a una solución al problema sin conocer la cara de los responsables de lo sucedido. Además de las morales, o de las generales del sistema de innovación sin regulación que condujo a los capitales grises -"los derivados son armas financieras de destrucción masiva", advirtió Buffet ya en 2002-, ¿hay responsabilidades penales?, ¿estafas? El FBI ha abierto una línea de investigación. Hace varias semanas, el fiscal general de Nueva York, Andrew Cuomo (hijo del mítico gobernador Mario Cuomo, y casado con una hija de Robert Kennedy), hubo de llegar a un pacto extrajudicial con algunos de los grandes bancos (Citigroup, Merrill, Morgan, UBS, Wachovia...) para que devolviesen a sus clientes las inversiones realizadas en unos bonos cuyos tipos de interés se fijaban bajo subasta. Los bancos comercializaban esos productos como "valores seguros y de elevada liquidez". Con el colapso de los mercados se acabó cualquier tipo de liquidez. Cuomo se reunió con cada uno de los banqueros y les dijo: o recompran esos bonos, o la cárcel. En general, los recompraron. -

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