Mata, Villa y gol
La complicidad de los dos atacantes del Valencia es suficiente para derrumbar al Málaga
Villa y Mata. Mata y Villa. Y gol. El orden de los factores no altera el producto. Porque no importa quién inicie la jugada. No importa quién se apunte el tanto. Sus asociaciones valen victorias. Y, de momento, el liderato. Si el domingo pasado fue un balón de Villa el que dio la posibilidad de anotar al joven burgalés -asturiano de adopción-, ayer Mata le devolvió el regalo. Lanzado al contragolpe el Valencia, erró el goleador de la Eurocopa en su primera intentona. Pero siempre está atento su pupilo, su admirador, Mata. Y sorteó todos los obstáculos hasta encontrar un recoveco en la línea de fondo, bueno para retrasar la pelota y colocarla a tiro. Villa, de cabeza, no desaprovechó esa segunda oportunidad.
MÁLAGA 0 - VALENCIA 2
Málaga: Arnau; Gámez, Hélder, Weligton, Calleja; Duda (J. J. Luque, m. 75), Barros, Lolo, Eliseu (Cheli, m. 67); Adrián y Baha (Salva, m. 75). No utilizados: Goitia; Apoño, Manolo y Fernando.
Valencia: Renan; Miguel, Albiol, Alexis, Del Horno (Moretti, m. 69); P. Hernández (Joaquín, m. 46), Albelda, Fernandes (Edu, m. 46), Mata; Angulo y Villa. No utilizados: Guaita; Helguera, Joaquín, Morientes y Zigic.
Goles: 0-1. M. 71. Villa, de cabeza, tras un pase de Mata. 0-2. M. 90. Villa define solo ante Arnau tras un pase de Mata.
Árbitro: Álvarez Izquierdo. Expulsó a Salva con roja directa (m. 88). Amonestó a Fernandes, Del Horno, Alexis, Weligton y Edu.
Unos 15.000 espectadores en La Rosaleda.
Ya había cometido un fallo en el primer tiempo, al desperdiciar un rechace tras el lanzamiento al palo de Fernandes. No se podía permitir más. Y no defraudó. Solo su presencia alienta a sus compañeros de equipo.
El Valencia recupera sus credenciales. Las que lo acreditan como un equipo sobrio, construido desde la seguridad defensiva y la efectividad a la contra. En partidos como el de ayer escribió su más reciente historia. Sin un fútbol excesivamente vistoso, sí. Pero con las líneas bien juntitas, cero espacios, y cero oportunidades para el rival. Una pareja de centrales que se entiende a la perfección. Y un contraataque rápido. Se despliegan presto los de Emery, sobretodo por la izquierda. Con un Mata omnipresente.
Aunque le falla algo: el centro del campo. El trabajo de Fernandes, sustituido tras el descanso, fue insuficiente. No se apoyó en Albelda. Como si jugara en el patio del colegio y estuviera enfadado con su compañero de pupitre.
Los de Tapia saltaron al césped con el gol entre ceja y ceja. Son el único equipo de la Liga que aún no ha marcado. Dieron muestra de sus intenciones en los albores de los dos tiempos. Pero se desfondaron ante la presión del visitante. Y se desmoralizaron, seguramente, por su falta de tino. Había dispuesto el técnico un once valiente. Con Calleja y Eliseu en una banda izquierda preparada para el fútbol ofensivo. En teoría. O con un Baha que volvió majaretas a Albiol y Alexis. Inconmensurables, no solo ayer. Sobre la línea de meta rechazó Albiol, con la testa, el disparo de Baha. Antes, Renan había despejado el lanzamiento de Adrián. Fue la única intervención comprometida del brasileño, que apenas tuvo trabajo.
Y para agrandar su mito mató Villa el encuentro con uno de esos goles tan suyos. Solo ante Arnau. Con una colocación perfecta. Y la elegancia de los futbolistas que se sienten únicos. Y necesarios. Los que exigen jugar los 90 minutos de un partido aunque su tobillo acabe amoratado e hinchado, como ante Osasuna.
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