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Reportaje:Nace un espacio escénico

Inauguración aguada

Los Teatros del Canal alzan el telón con su arquitecto sentado en una esquina - Los socialistas e IU boicotean el acto por el "despilfarro" de 1,5 millones

El día grande resultó aguado. El Canal de Isabel II inauguraba sus teatros -100 millones de coste y seis años de construcción- y, de paso, conmemoraba sus 150 años en las cañerías madrileñas. Frente a la alfombra roja, tendida en la entrada de la calle de José Abascal, unos 300 trabajadores pitan y se desgañitan en la acera. "¡El Canal no se vende!": gritan contra la privatización de la empresa pública. Esperanza Aguirre aguanta el chaparrón de abucheos con media sonrisa incrustada, los guardaespaldas abriendo paso y algún "a por ellos, oé" en el aire. Lo mismo que el ex presidente José María Aznar.

Sólo el número dos del Ejecutivo madrileño, también presidente del Canal, se detiene ante las cámaras. Dice que la privatización sigue adelante y que la culpa, en el fondo, la tiene Zapatero: "Nos debe 1.200 millones". "El Canal necesita inversiones y el dinero hay que sacarlo de algún sitio", añade con prisa. "Mira, ahí están los millones que nos hacen falta", replica Juan desde la acera gris con la vista puesta en el teatro. Es uno de los centenares de trabajadores con banderas de CC OO, UGT o CSIT dispuestos a aguar la fiesta. Pero no son los únicos.

A las nueve de la noche, el anfiteatro (850 butacas rojas) está por llenar. Y así se quedará. El medio centenar de ausencias hacen innecesarias las sillas instaladas en los laterales. Los representantes de izquierda (PSM e IU) no se dejan ver, en protesta por el "despilfarro de la inauguración", 1,2 millones de euros sin IVA. Y tampoco el alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, que puso la primera piedra como presidente regional. En la primera fila de platea, a guisa de palco, Esperanza Aguirre, José María Aznar, la concejal Ana Botella y representantes del Ejecutivo y el PP regional.

Nadie pide un bis

La farándula escasea. En una esquina (fila 9, butaca 32, junto a la puerta) la azafata instala el arquitecto de los teatros, Juan Navarro Baldeweg. La entrada del creador -que llegó a ser despedido por Aguirre como responsable de la obra y luego readmitido- es para estar en el rincón. Con todo, se siente satisfecho. "Es un teatro muy bello". La azafata que reacomoda al público para tapar las ausencias en las zonas centrales le llevará luego a otra butaca.

A las 21.15, con 45 minutos de retraso comienza A, el musical de Nacho Cano sobre el agua que inaugura unas salas que cierran para reabrir el año que viene. Sobre el escenario, tuberías gigantes. Suena la música, nadie lleva el ritmo. La clac funciona sin arrastrar. Queda inaugurado este teatro. Nadie pide un bis.

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