_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Un esperpento original

Pocos argumentos nuevos pueden añadirse contra la ocurrencia esperpéntica -con cierta gracia creativa, si no fuese real- de desarrollar la materia de Educación para la Ciudadanía en el idioma inglés, adoptada por la Administración educativa de la Comunidad Valenciana.

Sabemos que, en un principio, el rechazo del PP a la materia se explicaba por razones ideológicas partidarias, con el ánimo de hacer un boicot a la política del Gobierno central, amparado en los sectores más conservadores de la Iglesia católica.

Teniendo que aceptar lo inevitable, después desarrollaron la táctica de decir no querer implantarla y pedir a los padres que adujesen la objeción de conciencia. Inaudito, aunque explicable, dado el déficit de modernidad que arrastramos.

"¿Por qué la tasa de acceso al Bachillerato es de las más bajas del Estado, en el 15º lugar?"

Pero tuvieron que implantarla y lo hicieron a regañadientes con una especie de rabieta infantil para salvar la dignidad, del tipo de: ¡pues, ahora, castigados mis súbditos, se dará en inglés! Aporreaban al Gobierno central en la espalda de los centros y del profesorado propios. Golpes que, a su vez, acabará recibiendo el alumnado, si no se detiene la excentricidad, convertida ahora en esperpento irresponsable. La confrontación política se convertía de este modo en un problema para el sistema educativo valenciano.

Nacía así la más original fórmula de organización del currículo y de la enseñanza en la historia de la educación, categoría sólo disputada por aquel ministro (Julio Rodríguez, 1974) inventor del calendario escolar juliano, que imponía el comienzo de curso en el primer día del mes de enero.

Se supone que nos gobiernan gentes que controlan sus reacciones y actuaciones y que el Gobierno contribuye a facilitar el orden de la organización educativa y el buen quehacer del profesorado, pero hicieron lo contrario. Pretendiendo evitar lo que podría interpretarse como una claudicación, defienden su original imposición aduciendo que nadie puede menospreciar el avanzar en el dominio de la lengua inglesa.

Esta acumulación de despropósitos no nos la merecemos ni tiene lógica alguna, además de ser inviable. Supone, o bien un desconocimiento de la realidad o una irresponsabilidad.

No sabemos los efectos sobre el alumnado, aunque pueden suponerse. Se producirá un aprendizaje de la materia de baja calidad, al partir de un profesorado que no la domina lo suficiente para enseñarla, considerando además que el alumnado carece del nivel en el dominio del inglés para aprenderla; lo cual vendría a satisfacer el objetivo político de evitar esa formación para la ciudadanía. De paso, logran otros objetivos. Una vez más la Administración marca la agenda de los debates que tienen menor coste político salvo el de hacer el ridículo, evitando arrimarse a los problemas reales. Y la marcan porque no hay otras que se les opongan o están vacías. Prefiero creer que el ejercicio del poder tiene algo de malvado antes que admitir tanta incompetencia ocupando el gobierno del sistema educativo.

Con la idea de corregir la agenda (antes de que nos entretengan con las ventajas de los uniformes) yo les plantearía temas como los siguientes.

¿Qué explica el que en el sistema educativo valenciano logren graduarse en el Bachillerato menos jóvenes que la media española, ocupando el cuarto último puesto entre todas la Comunidades Autónomas incluidas Ceuta y Melilla. Un 38,8% frente al 44,4%?

¿Por qué la tasa de acceso al Bachillerato es de las más bajas del Estado, ocupando el décimo quinto lugar?

¿Por qué nuestros alumnos de ESO tienen peores resultados que los del resto de España, además de que en ese nivel el porcentaje de graduados en los últimos diez años, en la Comunidad Valenciana ha descendido un 5,1%, mientras que la media española lo ha hecho en un 3%?

¿Por qué la Comunidad Valenciana es la última del Estado en alumnos dentro de Programas de Garantía Social (4,9% frente al 8,5%)?

¿Por qué los estudiantes valencianos que a los 15 años están en el curso que les corresponde a esa edad son menos que la media nacional y en los últimos diez años ese indicador ha bajado el triple que en el resto de España?

¿Por qué la tasa de escolarización a lo tres años es la penúltima entre todas las Comunidades Autónomas?

¿Por qué en la Comunidad Valenciana el porcentaje de alumnos becarios en Bachillerato y Formación Profesional es del 13,6%, mientras que la media española es del 16,9%?

¿Qué están haciendo en el Gobierno para que la Comunidad Valenciana sea la última en cuanto al número medio de ordenadores por profesor y por unidad o grupo y en el porcentaje de centros con conexión a Internet con ADSL?

De la vergüenza de las aulas en barracones impartiendo la Educación para la Ciudadanía carecemos de datos estadísticos para poder comparar, pero seguramente tendremos posiciones con dígitos más altos. No les ahorremos explicaciones al respecto.

J. Gimeno Sacristán es Catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Valencia.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_