Fisuras en la izquierda 'abertzale'
El pasado 30 de agosto Armando Otegi abandonaba la prisión de Martutene tras cumplir más de un año de condena y las decenas de personas que le esperaban en la puerta eran familiares, amigos y algunos dirigentes de la vieja guardia de Batasuna. No había ningún líder representativo de la actual dirección de la izquierda abertzale. Otegi, por su parte, no permaneció en silencio y repitió el mismo discurso que había desarrollado antes de que ETA rompiera la tregua en junio del año pasado: diálogo entre la banda y el Gobierno.
El discurso de Otegi, que este mismo sábado, paradójicamente, volvió a repetir, se da de bruces con el que ha impuesto la actual dirección de ETA, la que rompió la tregua, y la que ha depositado su confianza política en jóvenes prodecentes de Ekin y Gestoras, que son quienes han relevado a Otegi de su anterior responsabilidad.
El Gobierno cree que será el propio entorno el que haga desistir a ETA
Esta línea, la de la confrontación directa con el Gobierno, ha tenido su expresión este fin de semana con los atentados contra la Caja Vital de Álava, el Cuartel de la Ertzaintza en Ondarroa con la clara intención de asesinar a los policías autónomos vascos y la bomba explotada en Santoña (Cantabria) . ETA, pese a su debilidad, no podía dejar pasar sin hacerse notar lo que ha sido una auténtica semana negra para su entorno, con la ilegalización de ANV y el PCTV y el encarcelamiento de los dirigentes de las Gestoras pro Amnistía.
ETA ha dado su respuesta en medio de su desesperación política debido a la escasa respuesta en la calle a su llamada a la movilización de la izquierda abertzale. Sólo algo más de 2.500 personas han respondido a las manifestaciones convocadas en más de 30 municipios, según sus propios datos. También ha disminuido la respuesta de la violencia callejera en los últimos meses. Paralelamente, la dirección de ETA ve como se le abren fisuras en las cárceles con la publicación de cartas de antiguos dirigentes de la banda reclamando el cese de la estrategia terrorista. A las cartas de Francisco Múgica hay que unir las más recientes de José Luis Álvarez Santacristina, Txelis, y de Pikabea, y la pasada semana la de José Luis Urrusolo y Carmen Guisasola. También se abren fisuras en el exilio, donde la primera brecha ha procedido de los militantes de ETA instalados en México, que reclaman, a su vez, el cambio de estrategia.
La novedad es que el malestar afecta por vez primera a todos los sectores del entorno de ETA, que sintoniza con el hastío de la sociedad vasca, con la violencia agravada con la oportunidad perdida por ETA en el último intento de diálogo que le ofreció el Gobierno. En unos casos este malestar es público y frontal, en otros, como el de Otegi es más sutil.
En estas condiciones, la estrategia del Gobierno de Zapatero de acoso al entorno político de ETA seguirá. El Gobierno está convencido de que la ilegalización de ANV y el PCTV y la dureza judicial contra el entorno político etarra va a incidir favorablemente en la lucha contra el terrorismo. Cree que de persistir en esa línea de acoso al entorno de ETA llegará un momento en que sea el propio entorno de la banda el que le fuerce a desistir. Está el precedente de 2006 en que la tregua de ETA vino forzada por el acoso previo del Gobierno sobre ella. La historia no se va a repetir de la misma manera porque la estrategia del Gobierno ya no busca sentar a ETA en la mesa como entonces, sino que saque la bandera blanca. Y con la convicción de que este final ni será fácil ni rápido.
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