Antonio González- Cuéllar, fiscal, jurista abogado y amigo
Es muy duro escribir sobre la muerte de una persona que formaba parte de mi verdadera familia, la que nace de la amistad duradera y, sobre todo, de la afinidad de sentimientos y valores. Era muy fácil conectar con Antonio y muy difícil verle alterado aun en los momentos en que, por la trascendencia de los asuntos en que intervino, la jungla de intereses trataba de desacreditarlo en la actividad que más quería, su profesión de jurista. Utilizó sus conocimientos jurídicos, con total entrega, hasta llegar a identificarse vitalmente con las causas que consideraba justas y defendibles.
Antonio González-Cuéllar García, que murió ayer en Madrid a los 73 años, se consideraba un actor público del Derecho desde que fue Fiscal en la Audiencia de Alicante y, después, en la de Madrid, donde nos conocimos. En 1983 compartimos camino en la recién creada Secretaría Técnica de la Fiscalía General del Estado. Abordábamos los conflictos con instrumentos jurídicos democráticos que apenas habían comenzado a implantarse, con fuertes resistencias, en el mundo judicial. Su compromiso con la democracia lo asumió como Secretario General Técnico del Ministerio de Justicia en la época de Francisco Fernández Ordóñez; Vocal del segundo Consejo General del Poder Judicial, bajo la Presidencia de Antonio Hernández Gil, hasta que se decidió por la abogacía.
Su pasión era la docencia. De forma desinteresada, se dedicó hasta el final a dar a sus alumnos, sobre todo, los valores que están por encima de las normas jurídicas transitorias. Cuando se jubiló, la Universidad Autónoma y sus compañeros de la cátedra de Derecho Penal le dedicaron el Liber amicorum, testimonio de verdadero cariño a quien sólo podía dejar amigos por donde pasaba.
El mundo jurídico notará tu falta y tu forma de comportarte. Cuando tus amigos sintamos nostalgia, echaremos mano del Liber amicorum. Allí encontraremos la fotografía de un hombre bueno. Muchas gracias por haber disfrutado de tu amistad.
José Antonio Martín Pallín es magistrado emérito del Tribunal Supremo.
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