Otros cuatro millones de metros regulados
El nuevo plan general de urbanismo prevé la creación de cuatro millones de metros cuadrados de suelo industrial en polígonos con todas las de ley. Ahora, con esta condición sólo hay unos dos millones de metros, de los que Citroën utiliza 1.200.000 (en Balaídos y el relleno de Bouzas) y el resto, 875.000 metros, pertenecen al parque de Valladares, inaugurado en 2004. Las empresas ocupan otros dos millones de metros del suelo municipal en zies, esto es, que ocuparon de modo espontáneo y siguen sin el menor planeamiento.
La más antigua de estas grandes áreas se localiza en el litoral, entre Bouzas y O Berbés, por una parte, y en Teis en el otro extremo. También podrían incluirse muchas de las empresas asentadas en terrenos portuarios, pero su régimen es otro, ya que dependen de la Autoridad Portuaria y no del Ayuntamiento. Son industrias vinculadas al mar, sobre todo astilleros e industria conservera, en espacios donde convive la intensa actividad de algunas empresas con el estado de semiabandono o de ruina de otras, cuyos solares el plan general recupera ahora para usos residenciales.
En los márgenes del río Lagares, con un curso de 11 kilómetros, comenzaron a instalarse empresas que vinculaban su actividad al uso del cauce fluvial para su saneamiento, de manera que cientos de ellas lo convirtieron en una cloaca por la que hasta hace unos diez años fluyó masivamente la contaminación Las pioneras fueron dos plantas del Grupo de Empresas Álvarez, una en Cabral, en el curso medio del río, y otra en Coruxo, en la desembocadura, ambas ya cerradas y con el uso residencial de sus solares en debate. La situación ambiental del río también ha dado un salto de gigante en la última década. Medio Ambiente ya sólo ha detectado 11 vertidos empresariales, aunque ignora, después de un año buscándolo, dónde vierten las 16 naves del polígono de Miraflores, en el curso medio del Lagares.
A ellas se suma la constelación errática de las empresas asentadas en el doble eje del Camiño do Caramuxo y la carretera a Baiona, en la parroquia de Comesaña, en un suelo ocupado en origen por industrias auxiliares de Citroën que buscaron proximidad a la fábrica, pero que a estas alturas también incluye las actividades más dispares.
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