Prisión incondicional para el presunto autor del doble homicidio de Betanzos
El detenido mató a la pareja a martillazos y cuchilladas tras discutir por un coche
Una resolución rápida para un crimen truculento con un móvil absurdo: la compraventa de un coche. El juez ordenó ayer prisión provisional, comunicada y sin fianza para Manuel Antonio Prado Riveiro y Adriana Amenedo Carreira, dos toxicómanos de 32 y 26 años con un bebé de pocos meses al que arrastraron por escenarios macabros en su huida.
Al primero, asesino reincidente, el magistrado le imputa dos presuntos delitos: el homicidio de José Manuel Gómez Rodrigo y el asesinato premeditado de Claudia Alejandra Castelo Castro. Su novia Adriana fue cómplice y encubridora de ambos delitos, e incluso vigiló a la víctima ya con la intención de que fuera asesinada. El auto judicial arrojó ayer algunas luces sobre un crimen siniestro que acabó con los cuerpos de los dos jóvenes descuartizados en un monte a las afueras de Ferrol. Todo empezó el pasado viernes, día 5, después del mediodía, en Betanzos, localidad en la que residían las víctimas y sus verdugos en dos pisos céntricos, a pocos metros. Los dos jóvenes ya se conocían. Eran drogadictos, tenían antecedentes y se conocieron en la prisión coruñesa de Teixeiro.
En el mismo penal, Prado Riveiro -que cumplía condena por el asesinato a puñaladas de un taxista en 1999- conoció a su actual pareja y futura cómplice, Adriana, en los talleres comunes. El viernes, el presunto asesino se presentó en casa de sus víctimas y discutieron "por los trámites de la compraventa de un vehículo". Claudia Castelo, camarera argentina de 26 años, se fue a trabajar y dejó a los dos hombres a solas. Con un martillo lo golpeó varias veces en la cabeza y luego lo acuchilló hasta matarlo.
Con el cadáver todavía en el apartamento, pidió a su pareja que vigilara a la camarera con la intención de matarla. Claudia llegó y encontró el apartamento a oscuras. Un martillo cayó sobre su cabeza golpeándola repetidas veces. Luego un cuchillo la cosió a puñaladas hasta la muerte. No hubo gritos. Al menos, no tan fuertes como para llamar la atención de los vecinos en una zona de edificios nuevos. Prado Riveiro repitió con los dos jóvenes el mismo ritual macabro. Con la misma sangre fría, y ayudado por su pareja, pasaron el fin de semana despedazando los cuerpos a cuchillo y trataron de limpiar la vivienda en un intento torpe de borrar las huellas.
Metieron las cuatro piernas en un bidón, la cabeza y el tronco de él en una maleta y envolvieron el cuerpo de la chica en plásticos y mantas. Puede que incluso emplearan el carrito del bebé para ir sacando los cadáveres fragmentados desde el edificio, para introducirlos en la misma furgoneta Mercedes que pudo estar en el origen de la discusión. Condujeron hasta Ferrol, tomaron la carretera de la costa que lleva a las playas de Cobas y abandonaron los cuerpos a medio camino, en las inmediaciones de una cantera.
El lunes, un vecino halló los restos en una pista transversal, que corta un monte rocoso y recubierto de vegetación. Una pierna humana asomando desde un bidón. En menos de 24 horas, la policía identificó los cuerpos, localizó a los dos sospechos siguiendo la pista del vehículo y detuvo al presunto asesino y a su cómplice en Ribadeo, en la misma furgoneta con restos de sangre en la que trataban de abandonar Galicia con su bebé.
Pasaron dos días en la comisaría ferrolana y, esposados, regresaron al piso de Betanzos donde se cometió el crimen para reconstruir los hechos. Ayer, el detenido entraba en los juzgados sereno y a cara descubierta. Admitió los hechos ante la Policía y ante el juez. Más alterada, su compañera gritaba e insultaba bajo la capucha que ocultaba su rostro. Por la tarde, ambos ingresaban en la cárcel de Teixeiro.
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