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Gran Premio de Bélgica
Columna
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Los Ferrari, otra vez a punto

Más allá del accidente que podría costarle el título a Kimi Raikkonen, de la penalización a Lewis Hamilton y la consiguiente victoria de Felipe Massa y de la gran carrera que hizo Fernando Alonso, el Gran Premio de Bélgica nos deja una evidencia: los Ferrari vuelven a estar a punto. Tras los problemas de fiabilidad que les habían sobrevenido en las últimas carreras -en Hungría rompió el motor Massa y en Valencia lo hizo Raikkonen-, la fábrica italiana parece haber localizado el problema y ya le ha puesto remedio. Todos sus males venían a raíz de las bielas austriacas que incorporan los coches, que se fisuraban y se rompían cuando se les exigía que trabajaran al límite. Tras la carrera en Spa-Francorchamps, ya no hay motivos para pensar que los bólidos rojos tienen más números de romper el motor por esta cuestión que cualquiera de sus rivales. Lo que me lleva a pensar así es la exigencia que esconde la pista belga. Además de ser la más larga del campeonato (con más de siete kilómetros), los pilotos circulan de 20 a 24 segundos en cada vuelta con el acelerador pisado a fondo. Esta circunstancia obliga a tener propulsores muy fiables, que resistan cuando se les pide que se mantengan durante un buen rato trabajando al régimen más alto [19.000 revoluciones por minuto]. Así, pues, los problemas de Ferrari con las bielas ya son agua pasada.

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Hamilton pierde en los despachos

Llegados a este punto, los McLaren y los Ferrari están muy igualados a nivel de potencial mecánico, aunque cada marca sólo piensa en uno de sus hombres con vistas a pelear por el título de pilotos. Como evidencia la clasificación del Mundial tras la carrera de ayer, Hamilton es la apuesta de Ron Dennis mientras que Massa lo es para la escudería de Maranello. Puestos a analizar a los dos equipos, creo que Ferrari posee un conjunto más potente; esto es, que Massa y Raikkonen son en conjunto más peligrosos que Hamilton y Kovalainen. Sin embargo, a nivel individual, McLaren tiene al piloto que está más en forma. Mientras los de Ferrari van cometiendo errores, ahora el uno, ahora el otro, Hamilton está tremendo. Además, y a pesar de la sanción que le cayó ayer, parece tenerlo todo de cara. En Bélgica, el británico hizo un trompo nada más comenzar la carrera que le costó el liderato. Pero lo salvó muy bien y sólo perdió una posición en favor de Raikkonen. Sin embargo, el británico apretó muy fuerte durante las últimas vueltas y eso le permitió colocarse pegado al cogote del finlandés, que, finalmente, cometió un grave error y acabó estrellándose contra el muro.

Con todo, Hamilton volvió a demostrar que ha madurado mucho y dio una lección de velocidad, constancia y habilidad en unas condiciones muy desfavorables como las que se vivieron al final. Unas condiciones que no permiten el mínimo error y que, por sí solas, pueden definir el desenlace de una prueba. Heidfeld puede constatarlo. Tras un fin de semana discreto y empezar a verse más fuera que dentro de BMW para la próxima temporada, la lluvia le vino como agua de mayo al alemán, que tres vueltas antes del final circulaba séptimo, que cruzó la meta tercero y que, tras la penalización a Hamilton, pasó a ser segundo.

Una decisión arriesgada de la escudería -entrar en los talleres a cambiar los neumáticos de seco por los de agua- permitió a Heidfeld alcanzar el podio. Con la clasificación final en la mano, es muy fácil decir que la decisión de BMW fue correcta. Lo difícil es tomarla cuando toca, arriesgarse. Cuando la lluvia moja Spa, la diferencia entre un coche calzado con gomas de seco y uno que circula con las de mojado puede llegar a ser de un segundo por cada kilómetro, lo que significa siete segundos por cada vuelta. Por esa razón, cuando Alonso vio que Heidfeld superaba fácilmente a sus rivales una vez salió del box, él también entró a cambiar sus neumáticos. En una vuelta, la última, el español superó a seis coches.

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