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Entrevista:Trotamundos | Josep Pons - Director de orquesta | FUERA DE RUTA

Tarde de cháchara con los pingüinos enanos

Después de mucho cavilar, Josep Pons, director de la Orquesta Nacional (que hoy ofrece en el Matadero de Madrid un recital junto al virtuoso pianista chino Lang Lang, y el próximo día 12 lo hace en compañía de Tomatito en el mismo escenario), opta finalmente por recordar las dos semanas que pasó en Melbourne (Australia).

¿Qué recuerdos se le vienen a la mente?

Sobre todo, las excursiones que hacíamos desde la ciudad, donde estuve trabajando. Entre las más divertidas está la del parque natural de Phillip Island, a ver a los pingüinos enanos.

Cuando dice enanos...

Son muy chiquititos, apenas miden medio metro y pesan un kilo. Los ves desde una torreta al anochecer, que es cuando todos vuelven del mar a su nido. Lo gracioso es que al salir del agua forman grupos y se empiezan a ir ordenadamente a sus casas.

Como si fueran oficinistas.

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Exacto, y además van haciendo un ruidillo con el pico de manera que parece que van comentando lo que han hecho durante el día. Y al parecer, cada uno de ellos vuelve a casa siempre por el mismo camino.

Un sitio ideal para el que le gusten los animales.

A poco más de una hora de Melbourne también está el parque nacional Promontorio Wilsons, donde hay todo tipo de especies australianas.

Vamos, que hay koalas.

Sí, aunque se camuflan muy bien, y además es difícil verlos en movimiento porque se dedican a dormir todo el día. Bueno, y a defecar. Aquello es un campo minado.¿No le tentó el desierto o...?

Nos cogimos algún que otro avión y visitamos la Gran Barrera de Coral, que es

una maravilla, a bordo de un barco con suelo de cristal. También pasamos una noche en un campamento en Ayers Rock, en el Territorio del Norte. Ver las estrellas y el amanecer frente a esa mole inmensa en medio de la nada es algo increíble.Dicen que el sitio está infestado de dingos.

Por suerte, no vi ninguno. En cambio, había canguros a patadas.

¿Probó la carne de canguro?

No me atreví, y eso que los aborígenes la comen desde siempre. Dicen que sabe

más fuerte que la carne de vaca.

Y a todo esto, ¿qué tal es Melbourne?

Agradable y ordenada. Mezcla arquitectura y avenidas genuinamente victorianas con obras contemporáneas de calidad. Salvando los rascacielos, a veces da la sensación de que estás en un parque o en una calle de Londres.

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