Muere la primera ganadora del World Press Photo
Françoise Demulder fotografió el horror de las guerras
Tenía 61 años. Había recorrido medio mundo -Irak, Vietnam, Líbano, Irán, Camboya, etcétera-, especialmente las zonas en guerra. Françoise Demulder, que era conocida con el nombre de guerra de Fifí, llegó a Vietnam con 19 años recién cumplidos y la cámara colgada del cuello. En poco tiempo logró que sus imágenes fueran publicadas por las mejores publicaciones francesas pero también por los semanarios ilustrados estadounidenses. Ahí, en Indochina, comenzó una carrera de periodista gráfico que, en 1977, obtuvo el máximo galardón al que se puede aspirar en la especialidad: el World Press Photo. Se lo dieron por una imagen captada en Beirut en la que vemos a una mujer, la cabeza cubierta con un velo, que llora al tiempo que parece implorarle al cielo. Frente a ella, un hombre armado. Y a su alrededor una ciudad humeante, en llamas.
Françoise Demulder ha muerto ahora en Levallois-Perret, un barrio periférico de París, en el hospital. Lo ha revelado su compañera Geneviève Lamoroux. Françoise, que nunca había querido dejar de ir de un lado para otro captando los horrores de la guerra pero también el cómo la dignidad humana luchaba para sobreponerse al imperio de la violencia, había quedado prácticamente paralizada desde 2003 a causa de un cáncer en la médula espinal. Muy estimada por sus compañeros de todo el mundo, ayer era recordada en Perpiñán, en el festival de foto-periodismo, como alguien "muy valiente, que siempre estaba en primera línea". Estos mismos colegas, cuando supieron de las dificultades económicas que atravesaba Demulder, imposibilitada para cualquier tipo de trabajo, se movilizaron en su favor y 360 de ellos ofrecieron a la subasta un negativo de su trabajo. La iniciativa permitió recaudar 247.000 dólares.
Parisiense de nacimiento pero oriental de adopción, Françoise Demulder había realizado, entre otros grandes reportajes, distintas series de retratos del líder palestino Yasir Arafat, con el que le unía una buena amistad y una gran confianza. La ministra francesa de Cultura, Christine Albanel, ha querido recordarle como "un testimonio de su época, una mujer remarcable, gran reportero de guerra, valiente y de una exigencia profesional fuera de lo habitual. Era, al mismo tiempo, un testigo y una artista". Otros, como el realizador Christian Poveda, que trabajó con ella en diversas oportunidades, han subrayado "su don de la oportunidad, su talento para contar historias y para desmarcarse del resto".
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