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Alerones con otras causas

Los expertos consideran coherente la hipótesis de un fallo en los 'flaps' del avión siniestrado, pero aseguran que tuvo que haber más errores

Pocas certezas, una hipótesis coherente y muchas elucubraciones. No hay confirmación oficial de que una mala configuración del avión en el despegue del MD-82 de Spanair fuese la causa del accidente de Madrid-Barajas en el que murieron 154 personas el 20 de agosto. Pero las fuentes cercanas a la investigación consultadas consideran que con lo conocido sobre el accidente, es razonable pensar que hubo una concatenación de causas relacionadas con una mala configuración de los alerones (flaps) que llevaron a que el avión perdiese sustentación y apenas levantado el vuelo.

Desde los primeros días, una vez que se descartó un incendio o impacto en un motor, empezó a armarse entre los pilotos y otros profesionales del sector la hipótesis de una errónea configuración de los flaps, una especie de alerones que sobresalen de la parte trasera de las alas para ayudar a despegar al avión, debido al largo recorrido del aparato en la pista y a una pérdida de sustentación súbita. Según publicó anteayer The Wall Street Journal, el análisis de las cajas negras sostiene esa teoría: los flaps no estaban desplegados. Pero según una fuente cercana a la investigación los datos de la caja de datos de vuelo aún no están disponibles, pero sí las conversaciones de la otra caja negra.

Además del aviso sonoro, tres sistemas confirman que los 'flaps' funcionan
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Francisco Soto, secretario de la comisión de investigación de accidentes e incidentes de aviación civil, no respondió en la rueda de prensa que ofreció la semana pasada sobre la posición de los flaps.

Un piloto de Spanair que ha volado muchas veces el avión siniestrado explica que hay tres vías de control de esos dispositivos: la palanca en la que se selecciona el nivel de flaps, una pantalla digital donde se muestran los grados de inclinación concretos (el MD tiene la peculiaridad de que se pueden ajustar grado a grado) y una luz que indica que la configuración es correcta para el despegue, por si el sistema hidráulico no ha transmitido correctamente la orden de la palanca.

Además, otro dispositivo sonoro avisa insistentemente si hay un error de configuración (suena una voz que repite "flaps, flaps"). Así que se deduce que pudo fallar ese chivato, por algún fallo eléctrico, pero tampoco existe confirmación de ese extremo de momento.

No está claro según las mismas fuentes, que el hecho de que sonasen otras alarmas (como informó ayer Tele5, las de pérdida de sustentación y cercanía de tierra) implique que también sonó ese aviso.

Por otro lado, el calentador del sensor de temperatura que se desconectó antes del despegue del vuelo JK 5022 (la avería que le hizo volver al aparcamiento cuando ya estaba en cabecera de pista) no debería estar encendido en tierra. Existe un sistema que discrimina si el avión está en el aire o no y activa unos dispositivos y no otros. Por ejemplo, en modo vuelo no funciona el aviso de configuración de flaps.

Pero existe otra pieza del puzle, la tripulación, que posiblemente en algún momento cometió algún otro fallo adicional, según las citadas fuentes.

Por otra parte, un avión de la compañía Spanair que cubría la ruta Ibiza-Lisboa fue desviado al aeropuerto de Palma de Mallorca al detectarse un problema técnico, según informa Efe. El avión, que cubría el vuelo JK4130, despegó de Ibiza con 163 pasajeros a bordo a las 7.15 horas y a las 8.05 aterrizó en Palma, donde fue desembarcado el pasaje, que voló a Lisboa en otra aeronave. Fuentes de Spanair afirmaron que la tripulación detectó "un pequeño problema técnico", "una cosa sin importancia, que no afectaba a la seguridad", a pesar de lo cual decidieron que fuera revisado en Palma, sede de la compañía.

Los pasaejros declararon a su llegada a Portugal que el avión sólo logró despegar de Ibiza al tercer intento. Según France Presse, uno de ellos afirmó que "el avión temblaba mucho".

El ingeniero canadiense Max Vermij, que asesora al bufete de EE UU que busca víctimas.
El ingeniero canadiense Max Vermij, que asesora al bufete de EE UU que busca víctimas.EFE

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