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Reportaje:

30 años de El Brujo feroz

El actor estrena en Madrid su autorretrato irónico a través de los clásicos

Describe a su padre como un "recitador de palabras flamencas", aire arábigo, bastón de plata, sombrero elegante y lenguaje peculiar que en vez de decir "Cálmate, no te pongas nervioso", sentenciaba: "El tiempo nace verde. La fruta le da el color". Para cada situación tenía una copla. Así fue cómo Rafael Álvarez, El Brujo, heredó su fascinación por las palabras que reúne y enreda en su espectáculo Una noche con El Brujo, que estrena este jueves en el teatro Infanta Isabel.

El Brujo, que ha pasado 30 años subido a las tablas, prefiere seguir trabajando solo en el escenario. Después de atreverse con Cervantes o el Lazarillo de Tormes en montajes anteriores, lo que ahora presenta es una selección de tres textos clásicos de Fray Luis de León, Quevedo y San Juan de la Cruz, salpimentados con sus anécdotas de la infancia. Así se observa en escena el gato ortofonista que le dio clases de voz y maullidos, el cante jondo de su padre e incluso el cura de su pueblo con el que fue monaguillo. También recuerda a maestros como Miguel Narros y Alfonso Sastre, que con La taberna fantástica le catapultó a la fama en 1985 y le sacó de los circuitos del teatro marginal.

"Pasado todo este tiempo ya no tienes miedo a que vengan cero espectadores a la función. Porque dices: '¡Coño, pues qué bien, me quedo en casa!'. Lo duro de verdad es cuando vienen sólo 40 personas y piensas: '¿Por qué a mí? ¿Por qué no habrá venido Gallardón a promocionar esta obra?", ironiza.

Porque si algo caracteriza su trayectoria es el feroz sentido del humor. Incluso cuando recuerda sus primeros pasos como actor vanguardista y fronterizo que intentó sin éxito subir a las tablas un texto demasiado alternativo de José Luis Alonso de Santos, Alea jacta est (La suerte está echada) en 1983, en la sala La Cúpula de Venus de Barcelona. De las tres semanas programadas sólo actuó dos veces: en el estreno y en la última función, cuando acudieron los mismos que al estreno para apoyarle. "Diré en mi descargo que la sala olía mal porque tenía problemas de cañerías", advierte el actor entre risas.

Desde los comienzos difíciles hasta su éxito actual han pasado décadas de "hambre", de observar cada gesto del público para saber qué quería y así mejorar su actuación, porque si lo hacía mal no le llamaban al año siguiente para actuar, y si no le llamaban no comía. Así de simple. "Por eso, Una noche con El Brujo es en cierto modo un homenaje a los espectadores que me permiten seguir 30 años después. Para mí no son sólo personas que van a ver una obra de teatro, sino una fuerza colectiva que guarda silencio al mismo tiempo para escucharte y te aplaude cuando terminas", reconoce el intérprete.

Reírse de sí mismo también le permite no dejar títere con cabeza, incluso entre los políticos. Tanto el ministro de Cultura, César Antonio Molina, "que se ufana por no saber nada de teatro, algo que le honra porque no es el primer ministro al que le pasa esto", como el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón -"siempre digo que viene a mis estrenos para que la gente se vaya orgullosa y contenta"-, son blancos de su ironía. "Lo que no se puede permitir es que las instituciones públicas sólo se ocupen de los teatros que les sirven de escaparate para sus intereses políticos. Por eso ironizo con las no visitas de Gallardón. En Madrid hay cuatro teatros decimonónicos: el Infanta Isabel, el Reina Victoria, el Alcázar y el Lara, que no tienen ningún tipo de apoyo. Lo que nadie se atreve a decir es que los teatros privados son la competencia a eliminar secretamente". Dicho esto, El Brujo sonríe de nuevo con su mirada pícara e invita a los políticos y sobre todo a los espectadores a acudir a su función.

Una noche con El Brujo. Teatro Infanta Isabel (Barquillo, 24). Desde el 4 de septiembre. De miércoles a domingo. Precio: de 15 a 25 euros. Más información: http://www.elbrujo.es

Rafael Álvarez, <i>El Brujo,</i> celebra en el Teatro Infanta Isabel sus 30 años en escena. En la foto, con el cuadro <i>Apolo y Dafne,</i> de Manuel Díez.
Rafael Álvarez, El Brujo, celebra en el Teatro Infanta Isabel sus 30 años en escena. En la foto, con el cuadro Apolo y Dafne, de Manuel Díez.G. LEJARCEGI

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