Batalla por la sucesión en el socialismo francés
Ségolène Royal y el alcalde de París, Bertrand Delanoë, encabezan la carrera
Lejos del poder, fuera de foco, sin programa, tan poliédricos que cualquier intento de fijar su imagen provoca mareos, los socialistas franceses celebran este fin de semana su tradicional universidad de verano en el puerto atlántico de La Rochelle, a la que asisten hasta 4.000 militantes y la plana mayor al completo. Una cita que, a poco más de dos meses del congreso de Reims, en el que François Hollande dejará el puesto de primer secretario que ocupa desde hace 11 años, se ha convertido en el preludio de la gran batalla por el control del viejo Partido Socialista francés (PS), cuyos intentos de ocupar el palacio del Elíseo se cuentan por fracasos desde que lo dejara en 1995 François Mitterrand.
La plana mayor del PS y 4.000 militantes se reúnen en La Rochelle
Dos son los principales pretendientes a ocupar la silla que dejará vacante Hollande: su ex compañera sentimental, la ex candidata a la presidencia Ségolène Royal, derrotada por Nicolas Sarkozy en 2007, y Bertrand Delanoë, el alcalde de la capital francesa y actual favorito en las encuestas. Pero nada es tan simple en un partido tan rugoso como el PS. La ex ministra y alcaldesa de Lille, Martine Aubry, representando el ala izquierda, ha entrado de lleno en la batalla, así como el también ex ministro Pierre Moscovici. Ambos aseguran contar con el apoyo de los partidarios de los dos aspirantes derrotados por Royal en las primarias de 2006: Dominique Strauss-Kahn y Laurent Fabius, unidos bajo el lema Ni Royal ni Delanoë.
Así las cosas, silenciado el debate ideológico y reducido el envite a la desnudez del quítate tú que me pongo yo, la noche del sábado el ambiente en las terrazas de los restaurantes del muelle del viejo puerto de esta ciudad vacacional, recordaba más al del paseo de la Croisette, en Cannes, que al de una reunión de trabajo de un partido político de izquierdas. Los premios, sin embargo, no se conocerán hasta el 16 de noviembre en Reims.
Royal, anfitriona del evento en su condición de presidenta de la región de Poitu-Charentes, ofició la ceremonia de apertura, pero ayer optó por desaparecer en dirección a Florencia para asistir a la fiesta de L'Unita. Dejó un mensaje de reminiscencias ecuménicas: "Amaos los unos a los otros o desapareced", les dijo a sus correligionarios citando una famosa canción de Juliette Gréco. Ni una palabra sobre el congreso, pero una pequeña demostración de fuerza reuniendo a cerca de un millar de seguidores, por la noche, en una fiesta en una vieja iglesia.
Delanoë ha llegado subido en la ola del reciente lanzamiento de su candidatura y navegando sobre encuestas que le otorgan la condición de favorito. El viernes, en el anfiteatro de la Facultad de Letras, acompañado por los ex primeros ministros Lionel Jospin y Michel Rocard, reunió a cerca de 800 personas y al igual que Royal por el momento rechaza cualquier pacto, limitándose a dejarse querer por los militantes.
La alcaldesa de Lille ha sabido moverse con extraordinaria habilidad en las arenas movedizas de La Rochelle. "Bertrand Delanoë no desea ahora trabajar de forma colectiva", dijo, y se lanzó en brazos de fabiusianos y strausskahnianos. El grueso de los partidarios del actual presidente del Fondo Monetario Internacional (FMI), unos 500 militantes que forman la corriente Socialismo y Democracia, decidió fusionarse con los de Aubry y presentar una moción común al congreso de noviembre en Reims.
"Estamos unidos", proclamó ayer Aubry a un grupo de periodistas. Moscovici, sin embargo, proclamaba a su vez que no renunciaba a dirigir el partido pese a este pacto con Aubry. Pero no está claro que los grandes barones regionales y algunos alcaldes emblemáticos como el de Lyon, Gérard Collomb, o el heterodoxo alcalde de Evry, Manuel Valls, que firmaron el manifiesto llamado de la línea clara, apoyen a Aubry. Intentan imponer un modelo que en cierto modo significaría una continuidad con el que ha mantenido Hollande; el de un primer secretario gestor, que sería Moscovici, que deja el juego abierto a todas las ambiciones.
Martine Aubry, por el contrario, exigiría ser candidata a la presidencia. Cuenta con importantes apoyos en las federaciones del Norte, se ha labrado un prestigio como alcaldesa de Lille y es la mejor situada para movilizar al ala izquierda del partido sin cerrar la puerta a los reformistas. La hija de Jacques Delors, y madre de la ahora denostada y demolida semana laboral de 35 horas, quiere encarnar el principio del todo salvo Ségolène.
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