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Reportaje:ESCAPADAS

Un baile contra la tarántula

El ritual de la 'pizzica', a orillas del mar de Apulia, en Italia. 200 kilómetros de costa sin cemento donde Odiseo decidió perderse

Veníamos a conocer el mar de Apulia; me habían dicho que seguía preservada de bloques e invasiones de turistas, pero antes de llegar nos detuvimos en Castel del Monte para conocer un castillo enigmático. Fue erigido a mediados del siglo XIII por Federico II Hohenstaufen, el emperador del Sacro Imperio Germánico a quien llamaban stupor mundi por su carácter heterodoxo y su dominio de diversos saberes, por ejemplo, nueve lenguas -escribía en siete-, en una época de monarcas analfabetos. Según se dice, él mismo dibujó la planta obsesiva de la fortaleza con la misma forma octogonal de la corona de Aquisgrán, donde fue coronado; además, sobre cada vértice hizo levantar ocho torres de ocho lados alrededor (¿cómo no?) de un patio octogonal con ocho habitaciones en cada piso.

Castel del Monte lleva planteando preguntas desde su construcción, dejando aparte el simbolismo del número ocho en el Medievo. ¿Fue un castillo defensivo? Difícilmente, no hay foso, ni puente levadizo, ni espacio para la guarnición; entonces quizá fuera una residencia de caza (está rodeado de colinas cubiertas de bosques, y Federico II era un apasionado de la cetrería, como lo prueba su tratado De arte venandi cum avibus). Ahora bien, si fuera así, ¿por qué no hay hornos, ni despensas, ni comedores?

La hipótesis más aceptada sostiene que era un observatorio astronómico, un espacio para el estudio de los saberes gnósticos, la astrología, la matemática y el misticismo. Hay incluso quien ha relacionado el lugar con la pirámide de Gizeh, en Egipto, ya que, entre otras afinidades, coinciden las medidas de sus contornos (232,92 metros por cada lado).

Quién sabe, la magia de Castel del Monte tiene muchos orígenes y algún dato incuestionable, como una planta basada en la proporción áurea y una arquitectura diseñada en función de la luz: en el solsticio de invierno, el amanecer y la puesta del sol marcan cuatro puntos en la piedra que delinean un rectángulo cuya relación entre el lado mayor y el menor es de 1,618. Otro número mágico, el número de oro.

La península del Salento está en el extremo del tacón de la bota italiana, donde se unen las riberas de los mares Adriático y Jónico. Antes de llegar a una de las orillas nos detuvimos a visitar Lecce, señora del barroco, conocida como la Florencia del Sur, una ciudad repleta de palacios e iglesias de piedra color ámbar de la que uno, que ha vivido una buena temporada en América Latina, sospecha que podría haber sido el sueño de La Habana o Cartagena de Indias. Un poco más abajo, cerca de otro antiguo y hermoso pueblo, Otranto, nos alojamos en una masseria, una vieja granja fortificada, que sigue produciendo aceite, queso y pan. Llegamos con buen agüero: en la puerta había una niña columpiándose bajo los pinos, y dos hombres conversando alrededor de una mesa de madera clara con una botella de vino blanco en el centro. Nos saludaron amablemente y no se inmutaron con la irrupción.

Hablando 'griko'

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Pasamos los días siguientes recorriendo la costiera, la pequeña carretera que une el litoral, atravesando docenas de pueblos despoblados diez meses al año, contemplando villas más allá del eclecticismo (como las de Santa María de Leuca), playas vacías y territorios donde se mantiene -y se protege- una variante del griego llamada griko que hace cincuenta años hablaba el 80% de la población.

Una tarde nos detuvimos en Galatina para contemplar los memorables frescos de la iglesia de Santa Caterina y nos encontramos en la capilla de San Pablo con el ritual de la pizzica, un exorcismo para curar la mordedura de la tarántula. Se trata de una danza de ritmo frenético que se va intensificando hasta caer extenuado porque se creía que el sudor era un repelente del veneno de la araña. Ahora hay un festival dedicado al baile de la tarántula que mezcla estas tradiciones con el jazz, el hip hop y la música sinfónica.

Pero veníamos buscando el mar; habíamos oído hablar de un Mediterráneo casi olvidado para nosotros, donde era posible recuperar el placer de pasear por orillas aún no bombardeadas con cemento armado. Era cierto, hay 200 kilómetros seguidos de costa mediterránea sin un bloque y nos dejamos perder entre carreras, conversaciones y grandes risotadas. Era posible reencontrar las sensaciones, las visiones y los aromas de nuestra mejor memoria. Se entendía que Odiseo, rey de Ítaca, al regresar a su casa desde la guerra de Troya, eligiera estos parajes para perderse.

El espejismo cuadró la penúltima mañana, cuando nos dimos de bruces en la misma carretera con un pequeño tenderete de madera desde el que nos saludaba un hombre delgado y sonriente; a sus pies había una caja de poliuretano blanca rebosante de erizos, y detrás suyo, una nevera con vino y cervezas. Estacionamos allí mismo y nos acomodamos en cuatro sillas desvencijadas. El hombre trajo vasos de cristal y una botella de vino color mar oscuro, como diría Homero; luego se fue a abrir nuestros erizos con unas tijeras de cocina.

Era la semana después de Pascua y hacía un vientecillo frío, pero en el tiempo que pasamos allí -casi tres horas de sabores, intuiciones y silencios intermitentes- no cruzó ningún coche por la carretera general y, bueno, cómo les diría, yo tuve la impresión de encontrarme en medio de una película de los años cincuenta; si me apuran, casi seguro, de Rossellini.

» Pedro Jesús Fernández (Albacete, 1956) es autor de las novelas Peón de rey y Tela de juicio (Alfaguara).

Guía

Cómo ir

» Alitalia (www.alitalia.com; 902 100 323) tiene en septiembre vuelos con una escala a Bari (la capital de Apulia) desde Madrid y Barcelona, a partir de 290,12, tasas y suplementos incluidos.

Dormir

» Torre Sant Emiliano (00 39 08 36 80 12 39; www.torresantemiliano.it).Otranto. Apartamentos grandes con cocina. 100 euros.

» Masseria Panareo (00 39 08 36 81 29 99; www.masseriapanareo.com). Otranto, Lecce. En un antiguo monasterio del siglo XII. Desde 90 euros.

» Villa Daniele (00 39 08 33 75 86 85). Lungomare Cristoforo Colombo. Santa María de Leuca. Villa de arquitectura ecléctica con apartamentos B&B por 120 euros.

Comer

» Antichi Sapori (00 39 08 83 56 95 29; www.antichisapori.biz). Piazza S. Isidoro, 9-10. Montegrosso. Pocas mesas, gran comida tradicional pugliesa. Unos 30 euros.

» Cucina Casareccia (00 39 08 32 24 51 78). Via Colonnello Costadura, 19. Lecce. Unos 40 euros.

» Peccato Divino (00 39 08 36 80 14 88; www.peccatodivino.com). Via Fondachi, 7/9. Otranto (Lecce). 30 euros.

Información

» Turismo de Lecce (00 39 08 32 24 80 92). Corso V. Emanuele, 43.

» www.pugliaturismo.com.

» www.enit.it.

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