Sueños cumplidos
Si Carlos Menem pudo realizar su sueño infantil de jugar un partido formando parte de la alineación de su equipo de fútbol favorito, ¿por qué Silvio Berlusconi no iba a cumplir con su secreta ambición de convertirse en cantante? Sobre sus dotes para la música, de las que ya proporcionó una cumplida muestra en dos discos de 2003 y 2006, mucho habría que discutir. No así de su desparpajo, que se manifiesta en todos los campos de su extensa actividad. Como primer ministro, su actual mandato ha superado a los dos anteriores, decretando la emergencia gitana, aprobando leyes ad hoc para blindarse frente a procesos judiciales, implicando al ejército en el control de la inmigración ilegal o haciendo bromas subidas de tono sobre sus ministras. Es de suponer que, como cantante, este tercer disco irá también mucho más lejos que los dos primeros. Berlusconi, en dúo con Mariano Apicella, le seguirá cantando al amor, según la tradición napolitana. Pero es en el acompañamiento musical donde se tiene noticia de ciertas novedades. Mezclados con los aires italianos, habrá ritmos de jazz para dar al conjunto un aspecto más moderno. No podía ser de otra manera, cuando el propio Berlusconi no ha dudado en pasar por el quirófano para sacudirse algunos años. Su música es, en fin, el espejo de su alma.
Con el tema Mejor una canción, Berlusconi consiguió en 2003 situarse en la lista de los 50 más vendidos en Italia. Mientras el éxito quede en su país, no habrá problema. Pero si, en lugar de limitarse a Italia, su fama musical se extiende por Europa, Berlusconi corre el riesgo de provocar roces, no como cantante, sino como político. La primera dama de Francia, Carla Bruni, también acaba de publicar un nuevo disco. ¿Qué ocurrirá si entran en competencia? ¿Sabrá Sarkozy admitir en el terreno de la música lo que no está dispuesto a admitir en el de la política?
La propensión a realizar los sueños infantiles una vez en el poder, según ha sucedido con Menem y Berlusconi, obligaría a replantearse muchas cosas. Por ejemplo, los ciudadanos no deberían admitir a partir de ahora ningún programa electoral en el que, para evitar sorpresas, los candidatos no confiesen qué querían ser de mayores en sus años más tiernos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.