Inflación sin freno
El gobernador del Banco de Inglaterra, Melvyn King, todavía no ha pronunciado la temida palabra recesión, pero en su último informe admitía que la economía británica está expuesta a dos trimestres de crecimiento cero, al tiempo que la inflación interanual amenaza con superar el 5% a finales de año. Esto es, más del doble del objetivo oficial y el peor índice registrado en una década y media.
El Gobierno de Gordon Brown tiene las manos atadas. Elaboró los presupuestos con unas previsiones menos pesimistas y ahora se ve abocado a destinar el endeudamiento al gasto corriente, a costa de incumplir la promesa de apostar por las inversiones públicas. Ante el sombrío panorama económico, el margen del Tesoro para bajar los impuestos y estimular el consumo se presenta mínimo o nulo.
Desde el sector empresarial se reclama una política monetaria más relajada para incentivar el crecimiento, pero el Banco de Inglaterra quiere anteponer el control de una inflación desbocada —sobre todo ante el impacto del drástico aumento de los precios del gas y la electricidad—, manteniendo los tipos en el actual 5%. Aunque desde finales del año pasado ha recortado tres veces el precio del dinero (diciembre, febrero y abril), los bancos no lo trasladaron a los consumidores a causa de la crisis financiera. En un círculo vicioso difícil de romper, ésta acabó impregnando al sector inmobiliario y a la construcción, expandiendo la sensación de depresión económica y redundando con la caída del consumo, la contracción del sector servicios por primera vez en un lustro y una radical disminución en la concesión de créditos (48%).
Ante estos factores y el deterioro del mercado laboral (la tasa de paro ya alcanza al 5,4% de la población activa), los expertos no descartan que los datos de crecimiento sean efectivamente negativos en los próximos meses.
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