Gustavo Santaolalla rescata la edad de oro del tango
Lleva razón el productor, compositor e intérprete Gustavo Santaolalla cuando se queja de que comparen lo que él hace ahora con el tango, a través de un filme y un disco, con lo que Ry Cooder hizo en su día con la salsa a través de su célebre Buenavista Social Club. "No soy un gringo. Tampoco toco en el disco ni en los conciertos, no pretendo imprimir mi carácter en el producto resultante. ¡Ojo, no hablo mal de Cooder! Sónicamente son historias distintas. En mi caso siempre he trabajado en torno al tema de la identidad".
La idea de Santaolalla era rescatar del olvido (relativo) a todos los grandes artistas vinculados a la edad de oro del tango, es decir, los años treinta, cuarenta y cincuenta. "Creo que esas décadas pueden llamarse así porque son años en que ya se ha hecho habitual la presencia del bandoneón y también porque son anteriores al periodo dominado por Astor Piazzolla". Según el productor dos veces oscarizado -por las bandas sonoras de Babel y Brokeback Mountain-, "la figura de Piazzolla es enorme. Renueva y revoluciona el tango pero, tras él, hay una paralización. Su sombra es aplastante. Por eso era importante volver a los orígenes. Hoy ya hay muchos jóvenes que tocan tangos, que los inventan, que los fusionan y buscan su inspiración en los viejos".
Hace 24 años Santaolalla recorrió la geografía argentina filmando y grabando cantantes populares. Sobre los orígenes del tango, su nacimiento, reina la imprecisión. "Es la combinación de muchas músicas, de muchas culturas. Durante la segunda mitad del XIX llegan a Argentina emigrantes de medio mundo. Primero el tango sólo se toca con guitarra. Es la imagen del gaucho, que viene del campo a los conventillos. La palabra tango, como milonga, es de origen africano".
En París, La Orquesta Café de los Maestros cautivó con Fernando Suárez Paz, virtuoso del violín y eslabón que conecta con el piazzollismo; Ernesto Baffa, un bonaerense nacido en 1932 y que había tocado su bandoneón para la orquesta de Anibal Troilo; el guitarrista Anibal Arias, que, a sus 86 años -los mismos que el cantante Juan Carlos Godoy-, mantiene una digitación precisa, el impulso del piano de Osvaldo Requena o la solvencia de Nina Miranda. Para Santaolalla reunir una orquesta de septagenarios y octogenarios "es no sólo un homenaje a un talento y una tradición musical, sino también un canto a la vida. Hoy en EE UU los cantantes cada vez son más jóvenes, niños a menudo, y envejecen rápido. La experiencia no se considera un valor. Antes, se escuchaba a los ancianos. Ellos sabían porque habían vivido, porque habían conocido muchas situaciones. La orquesta Café de los Maestros y el doble disco que presentamos prueba que la vitalidad no siempre está ligada a la edad. Godoy, Requena, Montes, Arias, todos disfrutan con lo que hacen. Ninguno estaba jubilado cuando fui a buscarles".
Café de los Maestros está editado por Universal, y Miguel Kohan ha realizado una película sobre estos artistas.
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