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Crítica:FERIA DE MÁLAGA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Cayetano, un modelo toreador

Antonio Lorca

Sin duda alguna, Cayetano siente el toreo; y ése es un don que lleva en la sangre por la gracia de su madre, de su padre y de toda su casta entera. Encima, es bien parecido, es carne de televisión y modelo de Armani, que, por lo visto, es muy importante en la alta costura. Menuda suerte la suya; la de Cayetano, claro. Por si fuera poco, goza del favor entusiasta del público. Este muchacho es para que vaya de peregrinación a Fátima para agradecer los muchos favores recibidos...

La verdad es que es una delicia verlo torear. Es la elegancia, la clase, el empaque, la finura, la armonía... Es ceremonioso y templado, y sus pases saben a exquisiteces. Ayer deleitó a su bien amado y facilón público malagueño y obtuvo un triunfo de clamor. A su primero lo veroniqueó con finura y toda su labor con la muleta fue un dechado de gracia y recreación personal: muletazos largos, aunque poco conjuntados, cambios de manos, trincherillas, recortes, ayudados... Torería raudales. Y la gente gritaba "torero, torero", y Cayetano se gustaba aún más.

Garcigrande / Finito, El Juli, Cayetano

Cinco toros de Garcigrande, mal presentados, blandos y descastados; el quinto, de Zalduendo, brusco.

Finito de Córdoba: media y cinco descabellos (silencio); dos pinchazos _aviso_, pinchazo _2º aviso_ y tercer aviso (bronca)

El Juli: pinchazo, estocada y un descabello (ovación); pinchazo, casi entera ladeada y un descabello (ovación).

Cayetano: estocada baja (dos orejas); pinchazo, estocada y un descabello (ovación).

Plaza de la Malagueta. 22 de agosto. Corrida de feria. Lleno.

Fue una faena bonita, preciosista, pulcra, algo mágica. Qué pena que su apoderado Curro Vázquez lo cuide tanto que, en lugar de un toro, lo pusiera delante de un becerrito con una carita de bueno que daba pena. ¡Qué perita en dulce era ese novillote, Dios mío! Quizá por eso, el toreo de Cayetano provoca admiración, pero no convulsión. Porque más que un torero de los pies a la cabeza, parece un modelo que torea, un modelo que baila, el paradigma de la tauromaquia moderna: todo muy bonito, pero sin emoción. Sin algún día Cayetano se atreve a ponerse delante de un toro de verdad y torea como ayer se habrá ganado de verdad el apelativo de torerazo con el que todavía no se le puede calificar.

A pesar del desmedido triunfalismo reinante en la plaza, no pudo redondear su tarde en el último, sin fuelle, noqueado de salida, con el que lo intentó en vano. Eso le ocurre por querer afinar tanto en toritos que no sean agresivos ni de cara ni de carácter. Eso le pasa porque prefiere, al parecer, ser un modelo toreador más un torero modelo.

La corrida de Garcigrande fue otra burla. Otro baile de corrales para aprobar cinco toros impresentables, sin fuerzas ni casta; pero la plaza volvió a llenarse y la gente sigue tan contenta. Bueno, a veces.

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Finito de Córdoba, que hace tiempo que no está bien, pagó el pato del enfado del respetable. Le devolvieron al corral su segundo toro, que es una mancha de la que debe huir todo torero que se precie. El animal era una birria complicada, pero él se expresó sin ideas, sin valor y sin el más mínimo atisbo de técnica. Se justificó ante su primero, un buey que estuvo toda la tarde doliéndose de su maldito destino. Venía para tirar de una carreta, con andares cochineros, y se encontró con que tenía que embestir a un señor vestido de luces. Imposible...

Y El Juli sigue siendo ese torero sobrado de facultades y conocimientos, que domina a todos los toros y resuelve con facilidad las dificultades. En verdad, conoce los entresijos del toro moderno y comercial, pues no en balde lleva toda la vida delante de ellos. Tiró del descastado segundo y consiguió algunos aceptables pasajes con la mano izquierda en una labor de menos a más a la que, sin embargo, faltó consistencia; y se quitó de en medio con prontitud el soso quinto.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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