Trasplantes del medievo
Los tiempos avanzan. ¿O tal vez habría que decir que tan sólo lo parece? Durante la Edad Media en Europa, los reinos y ciudades donde convivían con mejor o peor ánimo fieles de distinta religión solían regirse por leyes en las que se prescribía lo que estaba y no estaba permitido hacer a cada cual. Así, por ejemplo, entre cristianos, musulmanes y judíos se prohibía cualquier matrimonio en el que los contrayentes no profesaran la misma fe, y el adulterio solía estar castigado con penas más severas si los amantes furtivos pertenecían a credos diferentes. Tampoco estaba autorizado expresarse en las lenguas empleadas en el culto y el gobierno que no fueran las propias, latín para los cristianos, árabe para los musulmanes y hebreo para los judíos, aunque todos pudieran hacerlo en el romance que se hablaba en calles y mercados. Los alimentos que se permitía ingerir, los días festivos que había que celebrar, los vestidos con los que era lícito cubrirse, los ritos que era preciso observar o el juez al que debía acudirse para resolver pleitos, todo era distinto dependiendo de la fe que profesaran las personas.
En vísperas de un debate en el Parlamento egipcio para regular los trasplantes de órganos, el Colegio de Médicos de aquel país ha sugerido que deberían prohibirse entre musulmanes y cristianos. Se dice que esta limitación pretende impedir la venta de órganos, una monstruosa práctica cada vez más frecuente. El camino del infierno, ya se sabe, está empedrado con las mejores intenciones. El Colegio de Médicos egipcio pretende combatir una aberración de los últimos tiempos recuperando otra aberración, sólo que de tiempos más remotos.
Algunas organizaciones de derechos humanos han criticado la propuesta, calificándola de racista. Una vez más, buenas intenciones que conducen al infierno. Discriminar a las personas por su credo poco tiene que ver con el racismo, y todo con la libertad de religión. Tal vez bastaría con preguntar al Colegio de Médicos cómo diferenciar los órganos de los cristianos y los musulmanes. Si son capaces de responder cualquier cosa, ésa será la prueba de que los tiempos no avanzan. Tan sólo lo parece.
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