¿Es mucho 22 millones?
Las sanciones propuestas por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) para la central de Ascó por diversas infracciones relacionadas con la fuga de partículas radiactivas registrada en noviembre pasado podrían llegar a sumar 22,5 millones de euros. Aunque es la mayor multa contra una central nuclear en Europa, está a la altura de los comportamientos irresponsables que la investigación detectó.
El fallo técnico inicial que provocó la fuga ya es revelador de un comportamiento poco profesional, pero lo peor fue el intento posterior de ocultar lo ocurrido. El incidente sólo se conoció en abril, cuatro meses después de la fuga y por una vía indirecta: un operario informó al inspector interno de la central de que semanas antes se había detectado un punto de contaminación en el exterior del edificio de contención. Sólo entonces recibió información el CSN; la empresa reconoció que no pensaba haber informado por considerarlo un incidente menor.
En contra de ese criterio, el Consejo ha identificado seis infracciones, cuatro de ellas graves en diferente grado, incluyendo varias que revelan una clara voluntad de ocultación. Esto explica el cese de los máximos responsables de Ascó, en abril, la adopción de medidas complementarias de seguridad y control exigidas por el CSN y la sanción solicitada. ¿Es demasiado elevada (casi 4.000 millones de pesetas)? Greenpeace la considera poco disuasoria si se compara con la rentabilidad económica de la central.
Los partidarios de revisar la moratoria nuclear decidida en los noventa argumentan que la subida del petróleo y la nueva tecnología más segura cambian los datos de aquella decisión. Es un punto de vista lógico, pero el debate estará viciado si los incidentes de seguridad se ocultan y los responsables prefieren el riesgo de tener que pagar una multa si se detectan al de cesar la producción voluntariamente. Por eso la sanción tiene que ser fuerte.
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