Dos chicos de barrio
Hasta dónde puede malear la gloria en el deporte? Antaño, los deportistas que participaban en unos Juegos Olímpicos eran amateurs, es decir, no cobraban y, menos aún, se enriquecían con la publicidad. Hoy, todo ha cambiado. A Michael Phelps, el laureado nadador americano con ocho oros en Pekín, le llueven desde el domingo ofertas publicitarias. A Rafa Nadal, el número uno del tenis mundial desde ayer y el valor más seguro actualmente del deporte español, ya le llovían antes del preciado oro olímpico. Quizás arrecien.
El dinero mueve el deporte, y éste a aquél. El vil metal envanece en general al humano. Sobre todo a quien es pudiente y lo ostenta. Más aún en la profesión deportiva, si uno de esos jóvenes al que una excepcional habilidad física lo convierte en superdotado del balón, la raqueta, el bañador, el palo de golf o el volante. Son más las veces que esa capacidad y riqueza dineraria están reñidas con la inteligencia. Un crack como Cristiano Ronaldo adquirió hace pocas semanas un modelo exclusivo de Rolls-Royce descapotable sin saber si tendrá tiempo para conducirlo.
Phelps y Nadal representan hasta hoy justamente lo contrario. Evidentemente, a sus 23 y 22 años, respectivamente, no pueden compararse financieramente con chicos de esas mismas edades que sudan la gota gorda para poder disfrutar del poco dinero que disponen y tienen un porvenir bastante incierto. En cambio, Michael y Rafa tienen el futuro más o menos resuelto, incluso si quisieran hoy mismo colgar el bañador o la raqueta y dedicarse a vaguear. Sin embargo, se muestran humildes, sin artificiosidad, y tratan de ser, en definitiva, lo que son, dos jóvenes a los que les encanta la vida de barrio y salir con los amigos de siempre tan pronto regresan a Baltimore o Manacor.
Por encima de la cascada de elogios a sus proezas, los dos dan prueba de inteligencia cuando se comportan así y confiesan que vivir la experiencia de compartir la estancia con los compañeros en la Villa Olímpica fue inolvidable. Los mágicos baloncestistas americanos residen en Pekín en un hotel de cinco estrellas al igual que hizo el elegante tenista suizo Federer. Pero a Phelps le encantó fotografiarse con Nadal y éste quiere repetir porque la imagen salió borrosa.
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