Con los pies en el suelo
Mario Pestano ha lanzado en competición 155 veces por encima de 60 metros y sus dos últimas plusmarcas nacionales se han producido desde el 18 de mayo. Primero fue en la de la Liga de Clubes de Primera División, en El Prat (68,61) y a finales de julio en los Campeonatos de España, en Tenerife (69,50). Después de la marca hecha en El Prat admitía tener una técnica poco ortodoxa: "Con una técnica excelente, lanzaría sobre 71 metros, seguro". Muchos atletas de élite españoles, como Pestano, se benefician ya en los últimos años de apoyo biomecánico a diferentes niveles, entre ellos el del estudio de la técnica, en este caso del lanzamiento. Además, los entrenadores, como Carlos Burón y Luis Lizaso, tienen cada vez más conocimientos y recursos tecnológicos para analizar y mejorar la técnica de sus atletas.
Pestano ponía como ejemplo de su deficiente técnica el hecho de que va perdiendo apoyo en cada movimiento y, al final, salta y libera el disco sin tener los pies tocando el suelo. Se sabe desde hace años que algunos de los mejores lanzadores del mundo llegan a perder, durante la fase final del lanzamiento, el contacto de ambos pies con el suelo antes de liberar el disco. Entrenadores y biomecánicos han discutido de forma tópica este tema. Finalmente, algunos biomecánicos como Barlett y Dapena apuntan a que muchas veces esta pérdida de contacto debería ser considerada más como característica representativa de la técnica individual que como un error. Los 30 años de Pestano, que empezó a practicar atletismo a los 10 y era campeón de España cadete, junto a su actual tercera marca mundial del año, parecen hasta cierto punto incompatibles con tener una mala técnica. Más allá del afán de superación de un atleta y de las características del tinerfeño, podríamos plantearnos lo siguiente: ¿Se puede lanzar mal y ser de los mejores? O dicho a la inversa: ¿Se puede tener una buena técnica y poseer una marca de pena? ¿O quizás la técnica es el camino de expresión que permite a un atleta dar lo mejor de sí mismo?
Quienes no consideran error no tocar los pies en el suelo lo atribuyen a que en los últimos instantes es difícil poder ganar impulso para el lanzamiento. Razonan que, al perder contacto, el radio de giro hasta el disco disminuye, pues pasa de tener su eje en el pie contrario (izquierdo para un atleta diestro) a tenerlo en el centro de masas del discóbolo. Esto provoca un aumento de la velocidad angular de giro, pero la velocidad lineal del disco no se ve influenciada.
Mario apuntaba de forma acertada que los cambios en la técnica son lentos y que irá puliendo pequeños detalles de salida al inicio del lanzamiento y de ritmo que le permitan mejorarla. Lo que no cabe duda es que cualquier cambio en la forma de lanzar debe encajar bien en el puzzle de la multitud de detalles de los que depende el éxito. Y que cualquier cambio que se introduzca que no encaje bien en el particular hueco de las características de un determinado atleta puede provocar que el resto de piezas pierdan conexión y, finalmente, se resienta la velocidad de liberación y con ella la distancia del lanzamiento.
Xavier Aguado Jódar es biomecánico de la Universidad de Castilla-La Mancha (xavier.agua-do@uclm.es)
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