El partido más duro de Puerta
El ex finalista de Roland Garros lucha para volver a la élite tras dar positivo
El tenista argentino Mariano Puerta (Córdoba, 1978) abandonó la cancha caminando entre el público que había acudido al Club de Campo de Vigo para ver el partido que lo enfrentaba a su compatriota Diego Junqueira en el Concurso Internacional de Tenis. Se había comprometido a conceder una entrevista al terminar el choque, pero apresuró el paso hacia un cobijo de miradas indiscretas entre los árboles. Eran las 22.30 horas del martes. Acababa de entregar un partido que había encarrilado con un indiscutible 6-1 en el primer set. Mariano Puerta echó al suelo la bolsa de las raquetas y en presencia del periodista las fue sacando y rompiendo contra un banco de piedra. A la tercera raqueta destrizada, se giró y dijo: "¿No te parece que este no es un buen momento?". Rompió dos más.
El argentino destrozó cinco raquetas tras caer derrotado en Vigo
"El día que no me enfade sabré que me tendré que retirar", admite
"Lo siento, pero cuando pierdo me cabreo mucho. Quiere decir que aún tengo ganas de competir", reflexiona al día siguiente un tipo divertido y amable. Acaso escuchó cuando abandonaba la pista cómo un grupo de aficionados comentaban que "sin doparse está acabado". "La verdad que en Vigo no lo escuché, pero sí en otras canchas. No me lo tomo a bronca. La ignorancia propicia comentarios sin argumentos", responde un tenista que en 2005 disputó la final de Roland Garros contra Rafa Nadal, jugó la Copa Masters de Shanghai y acabó de noveno de la ATP. El futuro era prometedor. "Incluso había cambiado de entrenador, porque era realista y quería llegar a sexto del mundo, el puesto al que podía aspirar. Y pasó aquello..." Aquello fue la final de París. Le detectaron positivo por epinefrina y fue sancionado con ocho años de suspensión por reincidente.
Puerta alegó que no había tomado nada para mejorar su rendimiento. "A mí me encontraron el equivalente a una gota de un medicamento que tomaba mi mujer, pero son necesarias cuatro millones de gotas para mejorar el rendimiento, como se demostró después. Si pudiese volver atrás diez años, lo único que cambiaría es respetar más el consejo de los médicos y no apuraría el regreso en 2001 después de una lesión de muñeca", comenta con serenidad. "Estuve 14 meses sin poder agarrar una raqueta. Había perdido el 20% de mi carrera deportiva". Hasta que el 12 de julio de 2006 el Tribunal de Arbitraje Deportivo le redujo el castigo a dos años, permitiéndole volver a las canchas el 5 de junio de 2007. En un suspiro había pasado de la cima al más profundo de los abismos. "La decisión del TAS me animó a volver. Desde que empecé con mi padre, que es entrenador, a los cinco años, mi ilusión era retirarme jugando a buen nivel y en un puesto alto de la ATP. Y aquí estoy, peleando para ello".
Aquí es en Vigo, un torneo con solera, que ganó Nadal, Alberto Berasategui o Feliciano López entre otras figuras, pero cuando eran proyectos de grandes tenistas. Mariano Puerta tiene ya 29 años y mucho camino por delante para volver a estar entre los primeros 50, como se ha prometido. Está en el puesto 150 de la ATP y en el horizonte no se presentan finales de Roland Garros, sino torneos en los que tendrá que batirse desde la primera ronda. "Claro que es muy distinto saltar a la cancha en Vigo o en París. Es necesaria mucha humildad para ir paso a paso, como al principio. Sé que tengo unas condiciones muy buenas para jugar. Soy zurdo y no saben si jugarme al revés o a la derecha. Mucha gente dice que tengo dos derechas. Yo me tengo fe y hasta que lo consiga no podré dormir tranquilo".
En Vigo malgastó una ocasión para continuar la escalada. Venía de ganar en Bogotá, pero perdió "tres kilos para controlar el peso" y a partir del primer set se vio "con el depósito justo". "Sé que la organización no estará contenta. Me hubiese gustado ganar la final, pero, de verdad, me voy contento porque con ese primer set empecé a demostrar que puedo jugar muy bien al tenis". Quizá no llegue a disputarle otra final a Nadal, un tenista al que admira "porque sólo él y su grupo creyeron que sería número uno", pero pelea cada bola para en enero estar en el Open de Australia y conseguir enfrentarse alguna vez a Roger Federer, con el que no ha tenido la suerte de enfrentarse. "Yo lo voy a dar todo, pero si pierdo, que nadie se le ocurra ponerse a mi lado. Me encabrono muchísimo. El día que me pase esto, sabré que me tengo que retirar".
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