"Mi ego es insaciable"
Cómico hecho y derecho, Pepe Viyuela empezó "de payaso". Reivindica el término y sigue con ello cuando puede: "Es lo que más me gusta". También escribe poesía. Las letras de tu nombre se llama su libro. Pero la fama le viene por las películas de Mortadelo y Filemón y sobre todo por Aída, serie sin competidores en romper esquemas del sano costumbrismo. La cita es en un lugar infame: ese templo de la pretenciosidad que es el centro comercial Plaza Norte de San Sebastián de los Reyes.
Pregunta. Me ha hecho usted romper una promesa. Había jurado no entrar jamás aquí.
Respuesta. A mí tampoco me gusta.
P. Entonces...
R. Es que es un sitio que conoce todo el mundo. Se me ha ocurrido para que no se pierda.
P. Vale. Pues se lo agradezco. Usted que empezó por esos mundos con un personaje silencioso, de mimo casi, ¿no le molesta que en las series españolas griten tanto? ¿Por qué será?
R. Pues no me lo había planteado. En el caso de Aída, para darle aire arrabalero, supongo.
P. ¿Existe entonces un tono para cada medio?
R. Creo que sí, aunque nosotros los actores españoles no parece que le tengamos cogida la medida. En la tele gritamos, como dice usted, y en el teatro a algunos les echan en cara que no se les oye. Que hablan para el cuello de la camisa. Vengo de Mérida de hacer una función y nos preocupaba eso. Y teníamos micrófono.
P. ¿Haciendo trampa?
R. No. Hasta Dario Fo reivindica el uso del micrófono en el teatro. ¿Por qué no? Es un adelanto técnico que debemos aprovechar.
P. En la selección natural de la historia de las series españolas, ¿qué quedará?
R. Las que más dinero hayan dado a las cadenas.
P. ¿No las buenas?
R. La calidad no va necesariamente ligada a los beneficios.
P. ¿Cómo se gana la vida un buen actor?
R. Hay muchos caminos. Y la tele no es imprescindible para eso. Es uno de los trabajos más alienantes que puede hacer un actor. He visto grandes talentos trabajando en la calle.
P. ¿La tele no da la felicidad, pues?
R. En absoluto. Ni como actor ni como espectador. Es muy mentirosa. Como comer de lata. Te hincha, pero te mata. Es un espacio para mercaderes donde a veces entra un contenido.
P. Entonces, ¿trabajan ustedes ahí para forrarse?
R. Se gana más dinero. Acumulamos reservas para luego invertir en las cosas que nos gustan realmente. Para escribir, para elegir, para estar tranquilo.
P. Cierto, que escribe usted poesía. ¿No le satisface suficientemente el ego la escena?
R. Mi ego es insaciable. Soy insatisfecho por naturaleza. Siempre adolezco de algo.
P. ¿Dónde enseñan a los actores a asociar su trabajo con la fama?
R. Las nuevas generaciones creen eso. Dicen que ser actor es salir en las revistas. Es el mundo del marketing, de las apariencias. Yo no voy a los estrenos.
P. ¿No se atreverá?
R. No, porque te obligan a pasar por el photocall. La última vez que fui a los Goya me pusieron verde por como iba vestido. Quería ir discreto y, mire, me hice notar por eso.
P. Un poquito de glamour tampoco estorba.
R. A mí me toca los huevos el glamour. Yo entiendo esta profesión como otra cosa. No vayas a los Goya con calcetines blancos... ¡Chorradas!
P. Lo que pasa es que usted no quiere pasar por el photocall por lo feo que es y perdóneme la crudeza. Es su físico lo que le ha hecho triunfar. ¿Se ha aprovechado?
R. Dejé de hacer castings porque no tenía futuro. Soy calvo desde muy joven y lo primero que miraban era el cartón. Pero vi que todo eso le venía bien al payaso y le saqué partido.
P. ¿En quién se ha inspirado más? ¿En Chaplin o...?
R. ¿En Chiquito de la Calzada?
P. Por ejemplo...
R. Pues no me atrevo a compararme a Chaplin, por favor, pero admiro a Chiquito por hacer lo que le ha salido de los cojones.
P. ¿Haciendo humor le han entrado ganas de llorar?
R. Cuando la gente no se ríe, sí. Te vas a casa hecho una mierda.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.