Omara nos da las gracias
Con sus 78 años muy bien llevados, Omara Portuondo anda celebrando sus primeras seis décadas de profesionalidad en el mundo de la música, ¡casi nada! Y, cosa poco habitual en el medio, dando las gracias. "Gracias a todo el mundo que me ha ayudado a llegar hasta aquí", explica la cantante con entusiasmo. "Uno solo no puede hacerlo todo", prosigue. "¡Hasta un médico necesita de sus pacientes! Yo tengo que dar las gracias a compositores, músicos, actores, bailarines, periodistas... A mis padres, que fueron los primeros que presintieron que mi camino era cantar y representar a Cuba en todo el mundo. Y al público. A todos los públicos del mundo que han entendido mi trabajo y me han aplaudido".
¿Y al Buena Vista Social Club? "Por supuesto. Nos abrió un abanico de posibilidades. Buena Vista llegó en el momento exacto. La juventud ya estaba harta de tanta música electrónica y aquello fue una cosa más fuerte, acústica y que parecía nueva aunque no lo era porque todo venía de la trova tradicional y el filin. Una época que yo he vivido. Aprendí esas canciones de mis padres, las cantaban en casa en las fiestas como se hace en todo el mundo".
El lunes por la noche en Calella de Palafruguell (Girona), Omara (el apellido sobra) mostró algunos de esos temas ya tradicionales junto a otros nuevos que ha incluido en su inminente disco que aparecerá en otoño con el rotundo título de Gracias. Lo mejor que puede decirse del nuevo material (temas de su hijo, de Pablo Milanés o de Chico Buarque) es que encajó perfectamente en el recital, como si Omara las hubiera cantado toda la vida; sólo le traicionaba el hecho de utilizar un atril. Eso sí, los momentos más tórridos se alcanzaron con algunos clásicos. Como cuando se quedó a solas con su guitarrista, el brasileño Swami Jr., para rememorar los tiempos del Buena Vista Social Club interpretando Dos gardenias, o cuando puso a todo el mundo a cantar con un medley de La Sitiera y Guantanamera.
Las gradas que el Festival de Cap Roig tiene instaladas en el hermoso jardín botánico de Calella casi se llenaron para recibir a la diva cubana, y teniendo en cuenta la oferta musical esa noche fue un gran éxito. Omara llegó con su andar pausado y una sonrisa contagiosa. Le bastó aparecer en escena para ganarse a todo el público, convertido en una auténtica hinchada que, cómo no, le devolvió las gracias.
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