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Entrevista:MARIBEL VERDÚ | Ganadora del Goya a la mejor actriz | VIENE DE PRIMERA PÁGINA... | EL CINE ESPAÑOL

"Este año no es el fin de nada"

Rocío García

"Tío, tío, ahí sentada... guapísima, guapísima, guapísima... ahí estaba...". Un adolescente señalaba excitado a un amigo el sitio donde instantes antes estaba Maribel Verdú, en una terraza del centro de Madrid. Tres veces repitió la palabra guapísima. El amigo se quedó sin verla por unos segundos. Desolado, entró en la cafetería seguido por su afortunado compañero, éste con una sonrisa de oreja a oreja.

La belleza de Maribel Verdú se refleja más que nada en su sonrisa, en esos ojos amigables de persona que irradia energía positiva. Es por la mañana, un día de fiesta en Madrid, y la actriz, que ha tocado como nadie este año en el cine español el triunfo tanto tiempo negado, se ha puesto un vestido verde minifaldero y unas sandalias de tacón de aguja altísimas con las que camina como si fueran playeras. Se niega a calificar este año como algo especial. Ella dice haberlo vivido igual que el anterior. Pero un repaso por los logros y éxitos conseguidos en 2008 -Goya a la mejor actriz por Siete mesas de billar francés, tras cuatro candidaturas fallidas, premio avalado por una sensación generalizada de merecimiento; el rodaje en Buenos Aires de Tetro, nada menos que con Francis Ford Coppola; el estreno a finales de mes de Los girasoles ciegos, de José Luis Cuerda, y el remate final de su nueva subida a un escenario teatral con la última obra de Yasmina Reza, Un dios salvaje, a principios de octubre, además de la estela que cosechó por su interpretación en El laberinto del fauno, de Guillermo del Toro- da idea de que a lo vivido por esta actriz de 37 años y 25 de carrera artística se le pueden poner muchos calificativos, pero casi rechazar el de normal.

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"No ha sido un año. Son etapas, las hay buenas y malas. Soy consciente de que vendrán tiempos malos y por eso lo vivo con naturalidad". Si se rasca, hay muchas huellas que guarda. Por encima de todas, el cariño que recibió después del Goya. "Me llamó gente que no me podía ni imaginar. Fue de las cosas más bonitas de mi vida".

Por supuesto que hay sombras, algunas de ellas negras, como las que atenazan el panorama del cine y el abandono lento pero inexorable del público a las salas. A ella se la puede ver casi cada domingo por la noche en cualquiera de los cines de versión original que hay en Madrid -"cada día menos"-. "Me gusta la última sesión y las palomitas, lo siento, adoro las palomitas. Cuando la sala se queda a oscuras, apagas el móvil y sabes que no te vas a levantar para nada, me invade una especie de sensación especial. Es uno de mis momentos favoritos". Se indigna por el cierre de cines -"en esta zona", y señala a su alrededor en el barrio de Salamanca, "ya no hay salas de cine, había tres y las han cerrado todas"- y, sobre todo, por el del Palacio de la Música. "Era la gran sala de estrenos del cine español", se lamenta.

Sabe que la preocupación es común a todo el mundo del cine, que es difícil atajar la piratería o las descargas en Internet. "No sé qué solución tendría. La situación es muy chunga, pero no sólo en la asistencia a salas. Cuando uno consigue estrenar una película, ya de por sí todo un logro, el taquillaje es penoso. No tenemos películas que hagan una taquilla media, o llegan al millón de euros o apenas alcanzan los 30.000 euros".

Ha pasado casi cuatro meses en Buenos Aires rodando en inglés a las órdenes de Coppola Tetro, un filme del que no puede contar nada. "Sólo decir que es un filme intimista, de relaciones, de seres humanos en el barrio de La Boca". De Coppola dice que es un sabio, a quien lo que más le gusta es jugar, que hace cine para jugar y que ella ha sido el cómplice perfecto en ese ambiente de trucos y sorpresas.

De aquí a octubre le espera el estreno de Los girasoles ciegos -"Cuerda es la felicidad de mi vida"- y la obra teatral Un dios salvaje. Está entusiasmada, deseando que llegue el 18 de agosto para comenzar los ensayos. "Vi la obra en París y, a pesar de que no sé ni patata de francés, salí emocionada". La obra la hará con Aitana Sánchez-Gijón, Pere Ponce y Antonio Molero. "Qué ganas tengo".

El año 2008 no lo vive como el fin de una etapa maravillosa. "No es el fin de nada. Es la continuación de mi carrera. Quizás el éxito esté en que me he dado cuenta de que sólo voy a hacer las cosas que me apetecen y me gustan". Ella es de esas personas que buscan la felicidad, y si no la encuentra, se la inventa.

La actriz acaba de rodar con Coppola, estrena este mes <i>Los girasoles ciegos</i> y prepara la última obra teatral de Yasmina Reza.
La actriz acaba de rodar con Coppola, estrena este mes Los girasoles ciegos y prepara la última obra teatral de Yasmina Reza.SAMUEL SÁNCHEZ

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