Estadistas y crisis
Una de las condiciones humanas, la necesidad, es causa y origen de las relaciones interesadas del hombre y de la ciencia económica. Por ella requiere alimento, vestimenta, albergue, etcétera, y transa con sus congéneres para satisfacerla. Otras condiciones, la diversidad de la necesidad y la subjetividad del valor económico, determinan la actitud al respecto. El valor es el resultado de la apreciación subjetiva, en el marco del escenario conocido, que incluye publicidad, promoción y existencias presentes y/o futuras, de la utilidad del bien.
No cabe la menor duda de que no es relevante, importante, ni de interés para el consumidor, el costo del producto; que sólo le sirve en oportunidades, como argumento para conseguir mejor precio. Sin embargo, la creencia generalizada es lo aparente: que el costo es determinante del precio, por cuanto la producción antecede al consumo. Pero no es así, el fenómeno comienza con la necesidad, o presunción por parte del empresario, que causa y origina la producción. Después, el proceso físico. Tal es así que la suma de los precios de los factores determina el costo del producto.
En consecuencia, es errónea toda medida gubernamental sobre los costos, por cuanto no cambiará la apreciación de utilidad de los consumidores y perjudicará a los demás bienes que no obtienen el mismo beneficio y a toda la sociedad, que no producirá cómo y cuanto necesita. La comunidad no es una empresa que persigue rentabilidad. El bienestar de la comunidad reside en la satisfacción de sus necesidades.
Se equivocan los Gobiernos que pretenden imponer y/o limitar consumos, por cuanto el progreso, desarrollo y bienestar social depende de la satisfacción de necesidades, que implica actividad y expansión económica. A mayor actividad, mayor empleo de factores, que incluye, por supuesto, mano de obra, y viceversa.
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