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El campamento en el que murió ahogado un niño continúa su actividad

El pequeño Aitor, de siete años, apenas acababa de empezar su actividad de piscina junto con otros 11 chavales en la granja educativa Nuestra Tierra, en San Martín de Valdeiglesias. Sus compañeros nadaban, jugaban y se lanzaban una y otra vez al agua. En medio del revuelo, Adam, el socorrista, observó que Aitor permanecía en el fondo. Se lanzó a por él, pero todos los esfuerzos por reanimarle fueron inútiles.

El campamento fue contratado por la Junta Municipal de Villaverde del Ayuntamiento de Madrid. Los responsables municipales han hablado con los padres de los chavales y han decidido continuar con el campamento de verano. Otros 44 niños de la capital pasarán allí la primera quincena de agosto. La granja escuela abrió sus puertas el año pasado y tiene una docena de trabajadores.Eran casi las seis de la tarde del viernes. Horas antes, a las once de la mañana, 45 niños de entre seis y nueve años habían llegado al complejo natural para participar en el campamento contratado por la Junta de Distrito de Villaverde del Ayuntamiento de Madrid. Se distribuyeron en grupos, eligieron sus habitaciones y fueron a comer. Pasadas las cinco y media se iniciaron las actividades. A una docena de niños les tocaba ir a la piscina: entre ellos estaba Aitor. El resto es parte de la tragedia.

"Yo mismo llamé a su madre para contárselo, no podía creérselo y repetía que eso no podía estar pasando", explicaba ayer Daniel Descalci, responsable de la granja educativa, que abrió sus puertas el pasado año y que, para la primera quincena de agosto, tenía prevista la presencia de 65 niños. Entre largos suspiros y con un visible temblor de piernas recordó que una de sus primeras reacciones fue llevarse a todos los pequeños de la piscina. "No queríamos que viesen nada, ellos siguen igual, no lo han notado", continuaba su relato Descalci a las puertas del puesto de la Guardia Civil de San Martín de Valdeiglesias, donde acudió a prestar declaración.

Ninguno de la docena de empleados de la granja educativa podía ayer explicarse cómo pudo ahogarse el niño en una piscina de apenas 12 metros de largo, 6 de ancho y una profundidad que apenas si llega al metro y 60 centímetros en su parte más honda. Un golpe, un corte de digestión o un desmayo. Todo eran hipótesis. Sin embargo, la causa del ahogamiento deberá confirmarla la autopsia, que se le practicó a primera hora de la mañana. "En todo caso, no había en la ficha del chico ninguna advertencia de que no supiera nadar", recalcaron ayer los responsables de la finca en la que se desarrolla el campamento.

Pese a la muerte del pequeño, las actividades para el resto de los niños continuarán hasta el próximo 15 de agosto. "La Junta decidió que siguiera todo y, en principio, todos los padres con los que he hablado están de acuerdo", añadió el dueño de Nuestra Tierra, quien aseguró que la noche de ayer fue "muy dura" para los 14 trabajadores del complejo.

También lo fue para la familia del pequeño. Sobre todo para su madre, Lourdes, y para su hermano, también menor de edad. Toda la familia es de origen guineano; de hecho, el padre se encuentra de viaje en la capital de su país, Malabo, aunque estará presente mañana en el entierro del pequeño.

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