Ante los retos energéticos
El complejo panorama mundial hace que el debate de energía nuclear "sí" o "no" esté casi superado, y en el momento actual esté más centrado en "cómo" reconsiderar esta energía. En la mayoría de los países de nuestro entorno se están eliminando las barreras que pudiesen limitar la participación de la energía nuclear en la generación eléctrica. En este contexto, el fin de las moratorias, la renovación de licencias y la planificación de nuevas unidades son noticias casi cotidianas.
En un país como España, con un 85% de importación de recursos naturales, y un significante incumplimiento de los acuerdos de emisiones y conexiones de la red limitadas, es preciso una estrategia que permita planificar y crear el mix energético más adecuado para nuestro país, y que nos permita una dependencia menor del exterior.
Construir 11 reactores aportaría más de 10.000 millones de valor añadido y 172.000 empleos al año
Estudios realizados al respecto soportan cualitativa y cuantitativamente que el escenario idóneo para España debería ser, en el horizonte de 2030, un sistema eléctrico en el que la generación esté distribuida con un 30% de renovables, un 30% de origen fósil y un 30% de origen nuclear, dejando un 10% para otras fuentes alternativas.
La consecución del 30% de renovables y de origen fósil es factible. España es propicia a las energías renovables y se han coordinado, en la última década, políticas de apoyo a su desarrollo, que nos han llevado a ser un país líder en la implantación y comercialización de estas tecnologías. También el mantenimiento del 30% de la energía de origen fósil es posible, en los últimos ocho años las tecnologías del gas se han consolidado y para el carbón se está participando en proyectos de combustión limpia que reducen su impacto ambiental.
Sin embargo, la energía nuclear, a pesar de sus buenos resultados y beneficios para el sistema eléctrico, se ha quedado relegada. Hoy, sólo supone un 8,5% de la potencia instalada y vemos cómo puntualmente y en "días favorables" las renovables han superado a la generación nuclear. Esta realidad nos lleva a la necesidad de un apoyo decidido, esta última en los próximos 20 años que debe consolidarse en la renovación de las licencias, siempre que el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) emita un informe favorable a iniciar la construcción de unidades hasta doblar el parque existente.
Sentadas estas bases, la pregunta es "cómo" afrontaríamos la construcción de nuevas centrales. Dar respuesta a esta pregunta es clave para España, que tuvo un programa nuclear brillante, así reconocido en el ámbito internacional, y que no puede permitirse que no sea así de nuevo. Cuestiones sobre licenciamiento, fabricación de bienes de equipo, participación de la industria, selección de emplazamiento, ciclos de combustible, modelo de negocio, etcétera, deberían reconsiderarse. Todo ello ha cambiado en los países que fueron nuestra referencia en el pasado, y que han retomado estos proyectos tras periodos largos, entre 20 y 30 años, sin construcción de nuevas unidades para hacerlos viables en condiciones de mercado muy diferentes. También en España son necesarios estos cambios.
Una de las claves del programa nuclear español desarrollado entre los años setenta y ochenta fue fomentar la participación de la industria en su construcción hasta cotas próximas al 90% de la inversión. Si se mantuviese este objetivo, el beneficio para la economía sería importante. La construcción de 11 reactores tendría consecuencias muy positivas para la economía: creación de valor añadido superior a los 10.000 millones de euros, puestos de trabajo (unos 172.000 empleos/año) y ahorro de una cuantía importante de emisiones de CO2.
Parece evidente que la energía nuclear debe tener un papel relevante en España, aportando grandes beneficios tanto al sistema eléctrico como a la economía. ¿Qué falta para iniciar este cambio? Es necesario un acuerdo social y político que proporcione el marco estable a proyectos que requieren inversiones significativas y periodos de ejecución largos, teniendo en consideración las condiciones de mercado.
Se están dando ya pasos positivos en este sentido: sindicatos, grandes consumidores, empresarios, académicos y, progresivamente, también ciertos sectores de la sociedad ven en la energía nuclear una opción de futuro, y en esta línea debemos seguir trabajando hasta su consolidación en una planificación energética consensuada a largo plazo, donde la energía nuclear participe en el mix adecuado.
María Teresa Domínguez es presidenta del Foro de la Industria Nuclear Española.
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