"Frank, me voy"
Sastre avisó a su compañero de equipo antes de lanzar el ataque que le sitúa líder
El hijo de Carlos Sastre tiene cuatro años y quiere ser torero. En casa le han comprado una cabrita y en el patio practica el toreo con ella. Su padre tiene 33 años y quiere ganar el Tour y ayer decidió que la única forma de conseguirlo era atacar a los pies de Alpe d'Huez, la cima en la que se han consagrado los mejores, desde Fausto Coppi a Bernard Hinault pasando por Pantani y Armstrong. Así que mientras su hijo sueña con ser torero, él soñaba desde años con vestirse de amarillo. "Estoy muerto y feliz. Muerto por el cansancio y feliz porque era el objetivo con el que he soñado toda mi vida", dijo después de que Michael Douglas y Pat Riley le enfundaran el maillot de líder en un teatro, a 1.850 metros de altura, muy poco holliwoodiano.
"De momento me he ganado el derecho a disfrutar del 'maillot' amarillo"
Especial del Tour de Francia |
Irrumpió en la sala de prensa pidiendo una botella de agua y, fiel al estilo de camaradería impuesto por Bjarne Riis en el CSC, agradeciendo el esfuerzo y el sacrificio del equipo. Esbozó en pocas frases cómo había sido la táctica pactada con compañeros y director, se centró en su maillot y dijo que de comerse el coco haciendo ecuaciones sobre tiempo y energías en vista de la contrarreloj del sábado, nada de nada.
"Frank, me voy", le gritó al mayor de los Schleck nada más empezar el ascenso al Alpe d'Huez. Y Frank, su hermano Andy, Evans y todos los demás se quedaron. "Habíamos pensado en ese tipo de ataque en el autocar", explicó el español, que agradeció a Riis y a los hermanos Schleck haberle dado la libertad para escaparse. "La idea era que el que se encontrara mejor de los dos y se diera cuenta de que podía marcar las diferencias, que atacara sin pensárselo", comentó Riis.
Y al final el que se encontró mejor, el que había guardado todas sus energías para lanzar la estocada definitiva, fue Sastre. "Me vi capaz de hacerlo, vi que todos iban muy justitos de fuerzas porque la Croix de Fer se subió muy rápido, tanto que casi me quedo, y quería marcar mi ritmo. Sabía que si arrancaba desde abajo y me iba solo podía subir a mi propio ritmo, algo fundamental para un escalador", comentó. "¿Visto? Ya dije yo que el más fuerte era Sastre", soltó con humor Johnny Schleck al lado del podio.
Riis le iba diciendo los tiempos por el pinganillo. "14, 35, 50... Parecía que no cogía ventaja y que los segundos no pasaban nunca", recordó el de El Barraco. Dijo que subió a gusto, con la mueca habitual en él, con ese abrir y cerrar de boca y los labios que dibujan geometrías extrañas. También dijo que cruzó la meta casi al límite de sus fuerzas: 39m 29s tardó en recorrer los 13,8 kilómetros de curvas de Alpe d'Huez. "Impresionante", le calificó Aldo Sassi, el preparador físico personal de Cadel Evans, que vio la etapa por la tele, desde Italia, y se quedó impactado por la potencia con la que subió Sastre. "Ha sido demoledor: he ido haciendo cálculos y la diferencia de vatios por kilo entre él y el grupo de Menchov, de los hermanos Schleck y Cadel Evans fue de un 4-5%. Mientras el español gastó 6,1 vatios por kilo, los demás, 5,7".
A Evans, que ya ha ido revisando los tiempos de todos los ciclistas del CSC en la contrarreloj de Cholet, le habría gustado no perder tanto. "Habría preferido conceder menos pero nada está perdido. Pensaba que los otros con los que me quedé atrás colaborarían para pillar a Sastre, pero con el viento de cara que tuvimos no pudimos hacer mucho", valoró. Mientras el australiano tiene ya la cabeza puesta en la contrarreloj del sábado, Sastre se limita a disfrutar del momento. "No sé si la ventaja que le he sacado hoy será suficiente para llegar a París de amarillo", aseguró. "Pero ahora no quiero comerme el coco con eso, ya veremos después si el tiempo habrá sido suficiente o no. De momento me he ganado el derecho a disfrutar del maillot amarillo".
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