Menos funcionarios y más horas extras
La economía francesa está deprimida, tras varios años de crecimiento débil. Pese a que la inflación golpea (3,6%, la más alta en 17 años), el Gobierno mantiene su previsión de que el PIB avanzará en torno al 2% este año. Algunos indicadores, como la matriculación de coches (creció un 1,5% anual en junio, frente a la caída del 31% en España), muestran cierta resistencia a la crisis. Otros, como, la encuesta de confianza del consumidor, con el peor registro desde su creación, auguran malos tiempos.
Los remedios del Ejecutivo de Nicolas Sarkozy pasan, antes que nada, por reducir el tren de vida del Estado para reactivar el sector privado. Ni la deuda pública ni el déficit respetan los criterios de Maastricht y el Gobierno se ha comprometido a resolver el problema antes de... ¡2012!. Para empezar, ha decidido no reemplazar a uno de cada dos funcionarios que se jubilan. El curso que viene habrá 13.000 profesores menos. Y en cuatro años, 55.000 militares menos. La tasa de paro se ha estabilizado en el 7,4% de la población activa, tras más de diez meses de prometedor recorte. La explicación es más demográfica que económica: los que se jubilan son más que los que entran en el mercado del trabajo. Francia envejece.
Otra gran iniciativa del Gobierno, sin plan específico por la crisis internacional, es la liberalización de las horas extras -48 horas laborales a la semana en muchos casos, hasta 60 en algunos pocos- para favorecer la idea de "trabajar más para ganar más". En la práctica se trabaja más para ganar igual o menos, si se tiene en cuenta la inflación. El salario mínimo ha aumentado, en un año, un 3,2% y los subsidios de paro lo han hecho en un 2,5%.
La menor presión fiscal sobre los salarios altos y la casi desaparición del impuesto de transmisiones no animan la inversión industrial que, eso si, no cae. El 84% de los franceses es pesimista respecto al futuro de su poder adquisitivo. Sarkozy parece privilegiar más la renta que la inversión. Y Keynes ya avisaba que la inflación es "la eutanasia del rentista".
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