"Me va el exceso"

Por la calle de Loreto Chicote, en el centro golfo de Madrid, queda la carnicería de Carlos Díez. No vende casquería, aunque podría, en su guerrilla store. El local fue en tiempos tienda de higadillos, callos y criadillas. Ahora se ha transformado en templo ocasional de moda alternativa. La cita es a las once de la mañana. Ocho prostitutas me hacen proposiciones mientras espero que abra.

Pregunta. Podría montar un buen desfile de modelos en esta calle. ¿No se le ha ocurrido?

Respuesta. Sí, pero creo que prefieren mantenerse en el anonimato. Hay una que trabaja con transparencias y peluca. Cuando acaba, se viste como un ama de casa y ni se la reconoce.

P. ¿Han entrado a comprarle algo sus vecinas?

R. Pasan y se prueban cosas. Hay buen rollo. Alguna ha preguntado si podría trabajar como dependienta.

P. ¿No les da una oportunidad?

R. Hay días que nosotros no vendemos un clavel y ellas hacen unas cajas que ya quisiéramos. Una me dijo que hasta que se llevaba 300 o 400 euros a casa, no cerraba. Y los hacen.

P. Con esa pinta que luce usted, los pelos de la cabeza en la boca y el perolo rapao, ¿liga?

R. Antes tenía todo largo. Pero cuando me rapé la cabeza ligué muchísimo.

P. Lo suyo con los pelos es de trauma. Ha hecho hasta desfiles con modelos cubiertos de ellos.

R. He puesto barba a mis modelos. Para mí tiene un atractivo animal. Sexual. Sí, lo mío es de psicólogo.

P. Es de las pocas cosas que no se pueden vestir. ¿Le da morbo?

R. El pelo no se puede vestir, pero nos viste a nosotros. Mucha gente piensa que lo más importante en estética son el pelo y los zapatos; yo no lo creo.

P. A ver esos precios. ¿Cree que se pueden clavar 105 euros por esta camiseta de algodón, que se ve que es de algodón, y encima con poca tela?

R. Es un diseño exclusivo. Sólo existe ésa. Es única en el mundo.

P. Bueno.

R. Si prefiere algo en serie, las tenemos de 28 euros.

P. Su tienda abrió en abril y cierra ahora, en julio. ¿Es vendedor ambulante?

R. No, porque no pienso irme a ningún sitio más. Es sólo una experiencia.

P. ¿En la moda no se tiran los trastos a la cabeza como los cocineros? Ellos, por los conservantes, y ustedes, por los tintes.

R. Nuestros tejidos son ecológicos. En la moda, también se usan productos perjudiciales para la salud.

P. ¿Su mundo es más perjudicial para el cuerpo o para la cabeza?

R. No siempre combinan bien. Pero ¿a qué se refiere?

P. A que están ustedes llenos de prejuicios.

R. No, yo creo que somos muy libres.

P. ¿Ah, sí? ¿Y cuándo vamos a ver más de un desfile con gord@s?

R. No tengo problemas con el exceso. Me va. Son los castings de las pasarelas.

P. Para la delgadez hacen vista gorda, con perdón. Pero para la fofería, no pasan una.

R. A mí me va el punto oversize (pasado de talla, en cristiano). Nuestro mejor cliente está muy gordo. Y le queda todo fenomenal. Aunque tiene razón. En este mundo puede ser que no se admita mucho el exceso.

P. ¿Somos lo que vestimos?

R. La moda habla de ti. Mucha gente se expresa a través de ella porque emocionalmente es incapaz o porque no sabe hablar.

P. ¿Cuál es el hombre que usted quiere vestir?

R. De cualquier edad y físico.

P. Algún político. ¿Les votaría o les vestiría?

R. Yo voto, me interesa la política. Pero estéticamente no se puede hacer mucho por ellos. Trabajan de uniforme. Me encantaría que tuvieran una identidad estética. No la tienen.

P. ¿Se viste el cuerpo o el alma?

R. Se viste la personalidad, el sentimiento, la emoción, el estado de ánimo.