Blondie anima las primeras horas del Summercase
La afluencia de público vaticina una nutrida asistencia
El arranque de un festival viene a ser como la primera visita al piso del ser amado. Se mueve uno con cautela tomando las medidas, midiendo las distancias y, en fin, imaginando todas las hermosas cosas que allí pueden acontecer con el paso del tiempo. En un festival pasa lo mismo, pero bajo el sol y en compañía de muchas otras personas que van a buscar más o menos lo mismo. Además un festival ofrece la inestimable compañía de la música, que ayuda a soportar los rigores del calor. El Summercase, que estrena orientación de escenarios a fin de minimizar el impacto acústico, la reventa de los ingleses que musitan "tickets on sale" en la puerta y patrocinios que desparraman vehículos como en las terminales de los aeropuertos, se abrió al público mecido por el pop de bandas muy veteranas. Sin ir más lejos Blondie, que, recreando en escena la iconografía de su disco Paralel lines, activó la memoria del público obsequiándole con un resultón concierto en el que emergieron melodías, canciones y estéticas de hace 30 años, lo más en los festivales modernos. Antes que Blondie, Els Pets se abrieron camino ante otros públicos, tocando a la hora de los teloneros e iniciando una especie de segunda carrera sin que se les cayese anillo ninguno. El grupo de Constantí, que acabada su actuación marchaba a Sant Andreu de Llavaneres a triunfar ya ante su público habitual, despachó una actuación más que solvente. Pero por razones tanto musicales como emocionales, quien se llevó el gato al agua fue Edwyn Collins, el escocés que aún acusa en su cuerpo las secuelas de un derrame cerebral. Nada importó ante la hermosura de su pop tintado de negro, servido por canciones tan hermosas como Home again, Rip it up y la preciosa A girl like you, que cerró la actuación y que permitió que su guitarrista Roddy Frame se luciese. Más tarde, la jornada tuvo su disenso estético con la actuación de Grinderman, banda paralela de Nick Cave con sonido abrasivo y descacharrado de rock, y canciones ásperas como la lija. Una piedra entre los pliegues melódicos de las primeras horas de festival.
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