Reunión de pastores
Durante tres días, Madrid acogerá cálidamente, como dicta el lugar común, la Conferencia Internacional para el Diálogo entre Religiones. Aunque la capital de España cuenta con una larga tradición en organizar saraos, simposios y otras citas amenas y de gran lucimiento, no hay que dejar pasar las singularidades de ésta. Porque es un mitin organizado por Arabia Saudí, convocado por el rey Abdalá Ben Abdelaziz, a instancias de 600 clérigos musulmanes que a primeros de junio propusieron este magno concilio; porque entre sus objetivos oficiales incluye denostar el extremismo religioso, y para ello ha llamado a teólogos de casi todas las confesiones religiosas, desde cristianos hasta judíos y budistas; porque acuden al reclamo el presidente Rodríguez Zapatero, el ex premier Tony Blair, el reverendo Jesse Jackson o el cardenal Jean-Louis Tauran; y, en fin, porque se celebra en Madrid, ciudad castigada por el terrorismo. No se ve todos los días a más de 300 personas intentando extraer de sus respectivos catecismos, de natural poco flexibles, razones para un acuerdo.
A simple vista, no es fácil evitar el escepticismo. En una reunión de clérigos y teólogos, sea cual sea su confesión, la tolerancia no suele fructificar. Tampoco anima que este parque temático del monoteísmo pueda ser confundido políticamente como un ensayo de invernadero para la Alianza de Civilizaciones. Una sola ventaja: la tolerancia religiosa apenas progresa, pero el marketing político, sí; y como la teocracia árabe quiere limpiarse de excrecencias fundamentalistas, la invocación a la bondad está garantizada.
Los escépticos en materia de fe saben que el extremismo contamina todas las religiones; bien lo saben los católicos y los musulmanes. Y los cínicos saben que es mejor ser hipócrita que fundamentalista.
Si Arabia Saudí quiere progresar hacia la tolerancia, sería bueno que la próxima conferencia de clérigos empezara por dirimir sus sutilezas en el propio reino de Abdalá. Así demostraría que cristianos, judíos y budistas pueden debatir amable y pluralmente en los lugares sagrados de Mahoma. Pero, ay, falta mucho para eso.
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