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Columna
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La energía de las olas

España necesita imperiosamente reducir sus elevados niveles de consumo energético de hidrocarburos, pues la dependencia energética de gas y de petróleo se eleva al 80%, muy superior al 55% de Europa. Por eso, el ministro de energía español anunció la inminente aprobación de un plan nacional de ahorro energético con el que se prevé reducir en un 10% la dependencia nacional de crudo y obtener un ahorro de cerca de 5.000 millones de euros anuales. El objetivo es loable, pero la incógnita radica en saber cómo se hará. Para lograr dichas metas es necesario que las medidas que se adopten sean realistas.

Organizado por el Instituto Universitario de Estudios Marítimos de la Universidad de A Coruña, tuvo lugar, hace una semana, una jornada sobre "la energía del mar". Sus conclusiones pueden servir al ministro y a la propia sociedad a conseguir sus propósitos. Los debates celebrados indicaron que los objetivos que debe contemplar un plan radican en garantizar la seguridad del suministro a precios competitivos que no erosionen los intereses de la economía ni de las empresas y que sean compatibles con los compromisos medioambientales.

Galicia es el área con más potencial de energía marina, tras el Reino Unido

Si se hace un repaso a la evolución de la estructura energética primaria mundial resaltamos que el petróleo seguirá siendo el combustible principal, aunque reducirá sensiblemente su participación; el gas natural duplicará su aportación; el carbón aumentará sensiblemente su demanda por la mayor utilización en países en desarrollo densamente poblados; la contribución nuclear podrá estabilizarse a partir del 2012; y los recursos renovables aumentarán su participación.

El panorama resalta la emergencia de varias energías renovables; la eólica, la biomasa, la geotérmica, la solar y la marina. Esta última contempla varias alternativas, la procedente de gradientes térmicos y de gradientes salinos, la procedente de vientos oceánicos, de la bio-conversión, de las corrientes marinas, de las mareas y de las olas, En total, se podría afirmar que la acumulación de energía en el mar es impresionante. Los cálculos, siempre generosos, auguran un futuro más optimista que el que muestra la energía eólica.

El aprovechamiento de la energía de las mareas, de las corrientes marinas y de los gradientes térmicos y marinos junto a las centrales mareomotrices son ejemplos ya contemplados en varios lugares; y, en todos ellos, se destaca un amplio rendimiento (en torno al 6-7%) y una inversión muy superior a los otros sistemas convencionales (10 veces más).

¿Qué ventajas reporta la energía de las olas? Cuatro aspectos son relevantes: a) es una energía muy extendida; esto es, puede estar presente en varias ubicaciones, por lo tanto, no es estrictamente exclusiva de un área; b) posee una capacidad de predicción superior a la eólica, por lo que se puede programar con mayor precisión; c) tiene poca interferencia medioambiental; y d) presenta una buena correlación entre recursos y demanda, ya que cerca del 40% de la población mundial vive a menos de 100 kilómetros de la costa.

A estas condiciones favorables le podemos superponer tres inconvenientes. El primero es que se ve reducida por los temporales del mar; en segundo término, los costes de instalación y mantenimiento son elevados; y, finalmente, se trata de una energía en fase de desarrollo y hasta el momento ninguna tecnología se ha impuesto a las otras: cada empresa y país apuesta por sus propios proyectos.

La distribución del potencial mundial de las energías de las olas en mar abierto indica que después del Reino Unido el área con mayor capacidad potencial para generar energía marina es Galicia, muy superior al que proporciona Namibia, Noruega, India, Grecia o el Báltico, por citar ejemplos. Esto quiere decir, que las energías de las olas es una energía concentrada (5 veces más que la energía eólica) y entre 10 y 30 veces más concentrada que la energía solar. En este sentido, la energía por metro cuadrado de superficie del mar es muy alta, su potencial es muy elevado y además es renovable.

De ahí que una apuesta por la energía marina, o tratar a las olas como un recurso energético sea una alternativa plausible. Para ello, es preciso apostar por desarrollo tecnológico de sistemas y equipos de captación y transformación de energía de las olas; y por una infraestructura de experimentación. Galicia puede y debería ser un referente internacional en esta industria y solo resta darnos cuenta de nuestras posibilidades.

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